Que sea permanente

Que sea permanente

Organismos internacionales han establecido que los haitianos están convirtiendo en un desierto su territorio, debido a una acelerada deforestación.

Han comprobado que la depredación forestal es la principal fuente de combustible -carbón- para los hogares, y que no existe ningún programa de arborización para compensar la tala indiscriminada de especies maderables.

Esa deforestación es parte del desorden institucional que afecta al vecino Estado, que ha sido catalogado como en vías de extinción por el representante de la Organización de las Naciones Unidas.

Pero el problema de la deforestación no se detiene en Haití. En virtud de que han sido extinguidos los bosques en su territorio, cada vez más haitianos cruzan la frontera para talar árboles en territorio dominicano, elaborar carbón y transportarlo hacia Haití para venderlo. Desgraciadamente, muchos dominicanos contribuyen con esta depredación y trabajan como socios o cómplices de haitianos en esos menesteres. Los haitianos productores de carbón forman parte de una suerte de inmigrantes de corta estada, pero muy dañina para el país.

-II-

En la página 14B de nuestra edición de ayer se incluye, ilustrada con fotografía, una reseña sobre la captura de un cargamento de carbón por parte de miembros del Ejército Nacional, cuando era transportado hacia Haití desde comunidades de Pedernales.

La captura, según la misma reseña, ha sido el resultado de lo que en el argot militar se define como un «operativo», que estimamos corresponde al esquema de tarea ocasional, excepcional, determinada por circunstancias especiales.

Vista la situación en su objetiva realidad, la tala de árboles por parte de haitianos que ingresan a territorio dominicano y sus cómplices de este lado de la frontera, justifica que haya una vigilancia permanente para detectar los escondrijos que albergan los hornos de carbón y desestimular su producción y trasiego.

Al lado dominicano de la Hispaniola vienen a parar muchos de los problemas de Haití. Enumerarlos sería innecesario. Tratemos de no importar su desertificación.

A quien pueda interesar

El padre Christopher Hartley, capellán de la cárcel de San Pedro de Macorís, ha denunciado que los presos de ese recinto son maltratados.

Según sus denuncias, se les mantiene amontonados y ha citado el caso de un preso, al que no identificó, que ha sido víctima de una paliza, está en condiciones deplorables y no ha sido llevado al hospital, que es contiguo a la prisión.

El padre Hartley afirma que para trasladar un preso al médico sus familiares tienen que pagar trescientos pesos, y ha dicho también que hay un militar, que tiene por mote «El burro», que tendría la misión específica de actuar como preboste.

Todo cuanto dijo el martes el capellán Hartley al ser entrevistado en el programa Uno + Uno hace pensar en que han sobrevivido a los tiempos los métodos cavernarios, las truculencias que en el pasado se cometían en las mazmorras. ¿Moverán estas denuncias la inercia de alguna autoridad judicial? ¡Esperemos que sí!

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