Imponer: obligar a alguien a la aceptación de algo. Imponer condiciones. Son de las acepciones que otorga el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. La imposición de algo sobre alguien, siempre es odiosa.
Usted no debe ni a sus hijos, imponer por la fuerza su voluntad. A los hijos es necesario imponer al criterio del padre, estimamos, mediante la persuasión o el convencimiento tras el diálogo fraterno que debe existir entre padres e hijos.
Imponer como en los tiempos de los generales de “horca y cuchillo”, pensábamos, eran épocas ya superadas, no obstante, lo ocurrido en el pasado proceso electoral dominicano desde mucho antes de las elecciones del 15 de mayo pasado, nos retrotraen a pasados tenebrosos que hemos sufrido en República Dominicana, en el discurrir de su accidentada historia.
Desde siempre hemos escuchado decir: “violencia engendra violencia”. Muchos de los adultos mayores de hoy, exhibimos actitudes violentas. ¿Por qué? Crecimos recibiendo empujones, crecimos con violencia.
Los que recuerdan los funestos 12 años de la dictadura balaguerista 1966-1978, no nos dejan mentir.
Fueron doce largos años de persecuciones, desapariciones, apresamientos injustificados, muertes violentas de jóvenes por sólo hecho de disentir del régimen y por sus ideas.
Ahora de una manera sutil, los nuevos amos de la República Dominicana, imponen sus reales mediante la cohesión, el chantaje y una bien orquestada propaganda mediática, que solventamos los que pagamos impuestos.
Han ido conduciendo el país a una “encerrona” que ignoramos hacia dónde nos conducen.
La población adormecida y anestesiada, tendrá que producir un sacudón que podría ser peor a las consecuencias que dejó el terremoto que azoló al vecino Haití el 12 de enero de 2010. Las secuelas de las imposiciones, tardan pero llegan.