¿Qué son las “gotas de arena”?

¿Qué son las “gotas de arena”?

Del 2007 a esta fecha debo haber oído cientos de veces, a propósito de mi libro de cuentos “Siete Gotas de Arena”, “¿qué son las gotas de arena?”.

Lo expliqué al presentar el libro, pero quizás sea bueno reiterarlo, pues no pensé que habría tanta curiosidad. He opinado que, a veces, explicar las cosas les disminuye la belleza. Pero prometí a varios amigos referirme nueva vez al significado de las gotas de arena, y cumplir promesas, como dicen los versos de Robert Frost, puede que sea más importante que cualquier entusiasmo estético.

Uno de los componentes de la arena es el dióxido de silicio, que es un compuesto de silicio y oxígeno, una de cuyas formas más comunes es el cuarzo. Este dióxido de silicio es usado desde la antigüedad para fabricar vidrio y cerámica. Aún antes de que el hombre descubriera o inventara el beneficio de los metales con fuego, la candela aplicada a distintas arenas y barros permitía crear vasijas y platos, cuentecillas y artesanías, que poseían gran utilidad y además añadían belleza a la vida.

Quizás el hombre descubrió el vidrio al ver cómo, cuando cae un rayo puede rescatarse de debajo de la arena el ramalazo vitrificado, algo inmensamente misterioso y poderosamente atrayente.

Chinos y africanos, europeos e incas y mayas; en las más diversas culturas, el vidrio y la cerámica son de las primeras invenciones del hombre; su materia prima se encuentra en la arena. Una de las últimas invenciones humanas son los chips, o circuitos integrados, que consisten en una laminilla finísima con miles de millones de circuitos con diodos y transistores y resistencias y condensadores; hay tres tipos, y curiosamente, uno de ellos, el circuito monolítico, fabricado con un solo cristal, tiene como materia prima el mismo dióxido de silicio.

Las gotas de arena son esenciales para las cosas más sencillas, como el vidrio (sin el cual careceríamos de botellas y espejos), y para las más complicadas, como los circuitos integrados, sin los cuales no habría computadoras, ni teléfonos celulares ni artilugios como el control remoto, los juegos de Nintendo o las tomografías axiales.

La arena, la que pisaron los camellos de todas las caravanas, la que viste de doradas vaciedades los yacimientos petrolíferos de Iraq, la de Güibia… Alguna poesía oculta a la sensibilidad común debe haber en desiertos y playas.

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