¿Qué son nuestros economistas?

¿Qué son nuestros economistas?

POR LUIS ACOSTA MORETA
Quiero comenzar este artículo con la interrogante que aparece en el título del mismo, ya que me da la impresión de que nuestros economistas son más bien expertos en tributación y en libre mercado.

Desde el mes de abril y mayo del 2003 cuando se comenzó a conocer los resultados de la gran crisis en la que estaba sumergida gran parte de la banca nacional, desde ese mismo momento en que las autoridades acudieron al Fondo Monetario Internacional, para enfrentar esta gran crisis, tanto ese organismo como gran parte de los economistas de la República Dominicana, pusieron su mira a una nueva reforma fiscal.

Es evidente que este derrumbe financiero ha generado un déficit cuasi fiscal, que ha puesto tanto a las autoridades como al pueblo en general entre la espada y la pared en el orden económico.

Cuando se habla de reforma fiscal, lo que se busca es iniciar un proceso que permita transformar las estructuras tributarias de un país. Y históricamente en nuestros países Latinoamericanos, las reformas fiscales son siempre para aumentar los impuestos que todos y cada uno de los ciudadanos(as) debemos pagar.

Hay que señalar que estamos ante un contexto de una crisis económica profunda, donde el poder adquisitivo de la población ha disminuido drásticamente. Y en medio de esa situación nuestros economistas conjuntamente con el FMI, han retomado el debate de una reforma fiscal, sin importarles las consecuencias negativas que éstas puedan ocasionar a la gran mayoría de la población dominicana.

Esa práctica de nuestros economistas de que ante una crisis económica, lo único que saben hacer es aplicar nuevas presiones tributarias, no creo que sea la más recomendable.

Hay que recordarle al nuevo gobierno que la agenda del pueblo no era ni es, la de una nueva reforma fiscal, sino que su agenda era y es una mejora sustancial en el nivel de vida. Las reformas fiscales, siempre traen consigo aumentos de precios en los bienes y servicios que demanda la población.

Tanto las autoridades como los gobernados, debemos y tenemos que entender que existe el bien común y que sin él la vida se vuelve simple lucha fratricida y no una lucha que nos lleve a procurar producir más en beneficio de esa gran mayoría.

Nuestros economistas ya no se acuerdan de esas tres preguntas básicas que todo especialista en el área debe hacerse. Ellas son: Qué producir, Cómo producirlo y para quién producirlo.

Justamente en el momento actual, lo que está sobre el debate nacional es sobre la necesidad de la reforma fiscal, pero ni por asomo se discute sobre cómo aumentar la producción nacional. Que me perdonen los expertos en el área, pero creo que mientras sigamos por ese camino, estaremos siempre condenado a movernos en un círculo. Y de esa manera no encontraremos la vía de un desarrollo sostenible que garantice acabar con la pobreza que cada día es mayor.

El ser humano es el capital y la riqueza principal de un país, y si las autoridades no tienen conciencia plena de ese activo, todo lo que se haga desde el poder, iría en detrimento del mismo. Tampoco podemos olvidar que la pobreza es un problema de toda la sociedad. Y en tal virtud las autoridades están en la obligación de actuar en función de disminuir la misma.

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