¿Qué tan cristianos somos los dominicanos?

¿Qué tan cristianos somos los dominicanos?

Rafael Acevedo

En los aproches al Faro a Colón se pueden leer las recomendaciones que envió Isabel de Castilla: que se respetara y cuidara a los aborígenes de estas tierras, insistiendo en su condición de seres humanos, que debían ser instruidos y bautizados en la fe cristiana, tras lo cual, inmediatamente adquirían la condición de ciudadanos del reino de España.

En muchos sentidos se podría decir que nuestro cristianismo ha fracasado en hacer valer los postulados de igualdad y hermandad entre los seres humanos. Especialmente si se contrastan estas desigualdades con los logros que el socialismo chino, agregando cada año grandes contingentes poblacionales a una clase media con cada vez mejores estándares de calidad de vida.

Todavía puede ser más patética la comparación si se observa la degradación que ha estado padeciendo la nación más rica y poderosas del mundo, por demás fundada en su base legal y cultural como una nación eminentemente cristiana.

El joven presidente de El Salvador, se pregunta, y pregunta a los líderes de los EUA, si acaso la pobreza y la degradación moral de Norteamérica no son, como parecería obvio, el resultado de un Plan Maestro, para destruir la democracia y todos los valores civiles y cristianos que la sustentan.

La actual revolución electrónica, y la de las expectativas de consumo y bienestar de nuestras gentes, se manifiestan como un ardiente clamor ante el liderazgo nacional, pero más especialmente ante el presidente de la República; con una estridencia tal que parecería que olvidamos que esos males han estado ahí durante siglos.

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Lo que no vemos tan claramente en nuestros dispositivos electrónicos es la foto de cada uno de nosotros, ensimismados en el consumismo y el “aspiracionismo”. Como si presintiésemos que se acercan tiempos finales, independientemente de lo que eso signifique para cada cual. Tal vez sean, precisamente, estos tiempos los más apropiados para preguntarnos, no qué les debemos exigir a élites, políticos y gobernantes; sino, especialmente, y de manera responsable y directa: Qué estamos dispuestos cada uno de nosotros a dar a nuestra sociedad, especialmente a nuestros pobres. Y preguntarnos a nosotros mismos: Qué estamos dispuestos a hacer por Cristo; es decir, por todo lo que el nos ha pedido en Su Palabra, en tantos sermones dominicales, respecto a esos que damos el abrazo de la paz como si tuviéramos temor a que nos contagien su pobreza, o debamos compartirles nuestros bienes.

Gobiernos, policías, militares, educadores, empresarios, ni ministros; tampoco nuestros flacos ejercicios de fe podrán resolver nuestras inconsistencias sociales y culturales; ni nuestra acomodaticia religiosidad “cristiana”.

Este viernes 18, muchas iglesias saldrán a las calles llamando al pueblo a preguntarse: ¿Qué pide Dios de ti?

Auspiciados por la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, el Voluntariado Nacional de Prevención de la Corrupción (VONAPRECO) y el Movimiento de la Cristianización Nacional, entidades dirigidas por el pastor Braulio Portes.

No es imposible que Dios nos revele lo que también angustia a Bukele: ¿De dónde vienen, y cuánto aporto yo a los males de mi agobiada patria cristiana?

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