¿Qué tan fuerte sería el  blindaje?

¿Qué tan fuerte sería el  blindaje?

Se habla mucho de la necesidad de “blindar” la economía dominicana para que pueda  resistir el impacto de una gran recesión en la economía de los Estados Unidos, que ya está pasando de las amenazas a los hechos. La necesidad de un blindaje obedece a que nuestros mayores ingresos por concepto de exportaciones, remesas, turismo  e inversión dependen de la economía de Estados Unidos. Una recesión tendría efectos negativos directos sobre esos cuatro renglones y, por tanto, sobre nuestros ingresos en moneda fuerte, mermando así  nuestra capacidad de hacerle frente a nuestras obligaciones internacionales. Si a ese efecto sumamos el hecho de que cada vez necesitamos más dólares para pagar una factura petrolera en constante alza, tendríamos que pensar en un “blindaje” bastante “resistente” para evitar que el shock nos resquebraje.

La pregunta crucial es cuáles son las características del “blindaje” que estamos en capacidad de diseñar y aplicar, que nos permita protegernos realmente. Uno de los factores a tomar en cuenta es que una recesión en Estados Unidos tendría repercusiones a nivel mundial, y eventualmente sobre economías de las cuales tenemos rangos de dependencia, aunque menores que los que tenemos con el norte. La crisis en Estados Unidos ya está en marcha. Esperemos que el diseño de nuestro “blindaje” también lo esté.

Cumbre para una agenda nacional

Varios de los partidos de la oposición efectuaron en estos días una cumbre para censurar el uso de dineros del erario en favor de la causa reeleccionista. Ni cortos ni perezosos, las agrupaciones que apuestan a la reelección han anunciado el propósito de sostener una cumbre para barajar soluciones a problemas nacionales.

Se nos ocurre que la vocación por la concertación debería inspirar a  opositores y reeleccionistas a echar a un lado los aspectos políticos y actuar como ciudadanos a los que les duele su país, para sostener una gran cumbre por una agenda nacional. La falta de esa herramienta es, posiblemente,  lo que ha permitido que en todos los gobiernos, salvo alguna honrosa excepción, los recursos del erario sean usados  para causas particulares. Nuestra indiferencia hacia las instituciones y nuestra vocación inmediatista tiene que ser, también, tema de una gran cumbre que reúna a todos los que dicen amar tanto este país.

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