Qué tanto puede pesar el color de Obama con miras a la Casa Blanca

Qué tanto puede pesar el color de Obama con miras a la Casa Blanca

¿Cuán negro es demasiado negro?  Millones de afroamericanos celebraron la histórica victoria de Barack Obama, viendo en ella un reflejo — súbito e impresionante — de sus propios horizontes ampliados. Pero que Obama conquiste la Casa Blanca en noviembre dependerá de cómo lo vean los estadounidenses blancos. En efecto, algunos observadores señalan que una de las razones por las que Obama pudo derrotar a la senadora Hillary Clinton fue que un gran número de votantes blancos lo consideran «post-racial».

   En otras palabras, Obama es negro, pero no demasiado negro.

   Pero, ¿dónde trazar la división? ¿Esta cambia con el tiempo? Y si puede definirse, entonces, ¿qué tan negro puede ser Obama sin ganarse la antipatía de los electores blancos? O, para plantear la pregunta de manera más cínica: ¿cuán negro tienen que presentarlo los republicanos para que ganen ellos? Los observadores sociales señalan que un sello común de los afroamericanos que han alcanzado el mayor éxito — Oprah Winfrey, Magic Johnson, Obama — es que no transmiten una sensación de queja negra.

  Es claro que Obama lo entiende. Hasta que su antiguo pastor, el reverendo Jeremiah Wright, metió a fuerzas el tema de la raza en el debate, Obama rara vez lo había abordado. El dio su revolucionario discurso sobre la raza sólo en respuesta a la controversia desatada por Wright.

   En efecto, después de que el martes ganó la nominación demócrata, él dejo que fueran los medios los que señalaran el logro racial y el familiar al que más emotivamente agradeció fue la mujer que lo crió: su abuela blanca.

   Hay una razón de esto. La raza es uno de los temas más polémicos en la sociedad estadounidense y, al igual que en otros temas polémicos, los estadounidenses prefieren elegir el camino medio entre los extremos que perciben. «En muchos sentidos, Obama es la persona media ideal: es tan blanco como negro», señala Alan Wolfe, profesor de ciencias políticas en el Boston Colege.

   John McWorther, miembro de número del Instituto Manhattan, lo dice sin tantos rodeos: «Los blancos están cansados de los negros que se dedican a acusarlos de racistas. Así, ‘ser demasiado negro’ significa llevar consigo una actitud de que los blancos tienen algo de lo cual responder.»

   Esa fue la raíz del problema de Obama con Jeremiah Wright. El reverendo vomitó exactamente el tipo de repudio racial que muchos blancos asocian con los líderes negros.

   Orlando Patterson, profesor de sociología en Harvard, sostiene que la única arena en la que es aceptable la queja negra es en la música, especialmente el hip-hop, del que aproximadamente 70% de los escuchas son blancos. Pero la generación que escucha hip-hop, en su mayoría de menos de 40 años, es parte de lo que Patterson llama una cultura estadounidense «ecuménica», que es naturalmente multirracial.

   Esta generación Obama maduró en la era posterior a las luchas por los derechos civiles, cuando el color, aunque seguía siendo relevante, tenía menos impacto en lo que uno leía, escuchaba o miraba. Fue el crisol común de la cultura popular, agrega, lo que forjó una verdadera identidad estadounidense, más que la analogía con el «cuenco de ensalada», apreciada por los defensores de la diversidad.

   La campaña de Obama le restó tanto énfasis a la raza que, durante buena parte de los 17 meses que duró la competencia por la nominación, muchos de los medios se obsesionaron con la pregunta de si él era «suficientemente negro» para ganar el voto negro.

   La mayoría de los demócratas negros estaban en favor de Hillary Clinton al principio, hasta que los votantes de Iowa demostraron que los balncos apoyarían a un candidato negro.

   El representante Jesse Jackson Jr. dijo que Obama, a diferencia de los sucesores inmediatos de Martin Luther King Jr., entendía la importancia del lenguaje y la necesidad de un debate sobre el marco social de tal forma que no causara antipatías entre los blancos.

   «En la ausencia de Martin Luther King», precisó, «pienso que el vacío fue llenado por Stokely Carmichael, James Bevel y Jesse Jackson», que tampoco usaron ese lenguaje. «Con todo el respeto para mi padre, 40 años después, ésta es la primera vez que hemos recuperado un enfoque reflexivo y cuidadoso del lenguaje.»

   Pero una diferencia importantísima entre King y Obama, señala Tayor Branch, biógrafo de King, fue que éste trató de señalar la hipocresía y avergonzar a los blancos para que cambiaran el sistema.

   No fue simplemente el marco y la elección de palabras lo que ayudó a Obama a llegarle a los blancos. El pertenece genuinamente a un tiempo y lugar muy diferente que la generación de líderes negros, forjados en la lucha por los derechos civiles. Su historia es, en parte, la de un inmigrante, desprovista de las heridas que llevan los descendientes de los esclavos en América.

   Su padre es un keniano negro y su madre, una estadounidense blanca. Su herencia mestiza es menos desconcertante para los blancos, explicó McWorther, que la fuente más común de la sangre mezclada de los estadounidenses negros: el mestizaje del esclavismo.

   La generación de Obama de líderes negros se ha beneficiado por las ganancias del movimiento por los derechos civiles, y ahora está tratando de ampliarlas. Entre éstos se encuentran Cory Booker, alcalde de Newark, Nueva Jersey, Adrian Fenty, alcalde de Washington, Deval Patrick, gobernador de Massachusetts, y el ex representante Harold Ford Jr. de Tennessee. Ellos asistieron a las mejores escuelas, algunos a los de la Ivy League, así como a las facultades de derecho, y empezaron su carrera en el servicio público en la organización comunitaria, más que en las organizaciones nacionales de derechos civiles.

La frase

Jesse Jackson Jr.

  En la ausencia de Martin Luther King, pienso que el vacío fue llenado por Stokely Carmichael, James Bevel y Jesse Jackson, que tampoco usaron ese lenguaje. Con todo el respeto para mi padre, 40 años de edad después, ésta es la primera vez que hemos recuperado un enfoque reflexivo y cuidadoso del lenguaje para lograr adherir a nuestros intereses los votantes blancos, para obtener el triunfo”.

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