“Que te visiten en la cárcel o tribunal y no en la funeraria”

“Que te visiten en la cárcel o tribunal y no en la funeraria”

A principios del 1966, ya finalizada la guerra de abril, en cuyos acontecimientos participamos orgullosa y activamente, acompañamos al Dr. Antonio Rosario, presidente del entonces Partido Revolucionario Social Cristiano, junto a Manolín Peralta, Andrés Locward y Alberto Resek, su sobrino, en el inicio de la campaña electoral apoyando a Bosch a la presidencia. Al salir de una actividad política en el barrio Don Bosco, donde hoy está la Biblioteca, para tomar rumbo al local del partido bajando por la calle 30 de marzo, que entonces era de doble vía, frente al local de la barra Payán, fuimos encañonados por un agente vestido de civil y tres militares, que nos obligaban a ponernos con las manos en alto y de frente a local de la barra, a lo cual nos resistíamos, mientras nos acusaban de agitadores y conspiradores.
Por coincidencia pasaba en ese instante Don Rafael Herrera, director del Listín Diario, quien viendo lo que ocurría, se detuvo e identificó para ayudarnos, logrando que los militares se calmaran y se comunicaran por radio con sus jefes, pero Don Rafael solicitó que nos llevaran al Palacio de la Policía, comandada en ese momento por el general José de Jesús Morillo López, de quien narré un episodio ocurrido durante la guerra de abril, cuando el Coronel Caamaño le envió una misiva advirtiéndole que su vida corría peligro, que me correspondió llevarla.
Nos llevaron a la Policía, donde esperaba el General Morillo López, quien nos dio un trato especial, y en conversación privada nos dijo, que quien había comandado dicho operativo era un miembro (esbirro) de la Aviación, de nombre Cirano. Nos despachó, y al reclamar el arma incautada, pidió que volviéramos a procurarla porque estaba en la aviación.
Al día siguiente fui a la Policía acompañado por el entonces Secretario General del Partido, ingeniero Caonabo Javier Castillo, donde el General Morillo López me entregó el arma y nos dijo, como recomendación, que había un dicho o refrán muy conocido que decía, que era preferible visitar o auxiliar a los amigos en las cárceles o en los tribunales, y no ir a velarlos a la funeraria.
Muchos como yo fuimos bautizados y confirmados por la iglesia Católica estando pequeños, pero luego de adultos, por vocación o decisión propia, continuamos siendo miembro de la iglesia. Creyendo en sus preceptos, en los mandamientos y en la dignidad humana.
Respetando los más sagrados derechos de las personas; sin embargo, el acontecimiento narrado anteriormente, me ha puesto a pensar seriamente durante todo el resto de mi vida en lo que haría en determinadas circunstancias.
Le pido a Dios constantemente que nos proteja de todo mal, y que nos acompañe, pero también le pido perdón y comprensión por cualquier debilidad que pudiera surgir, si nuestra vida o la de alguno de nuestra familia, hijos, nietos, hermanos corriera peligro ante un desaforado o desalmado, y llegue a la memoria el consejo de Morillo López. Fume usted y déjeme el cabo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas