La socio-politología dominicana debe emplearse a fondo para explicar los datos de la encuesta Latinobarómetro, institución internacional apoyada por gobiernos y entidades supranacionales, que justifican la pregunta que encabeza esta colaboración.

No es solo que el gobierno del Presidente Medina resulte el mejor valorado de entre mandatarios encuestados dentro del subcontinente, con un 74%, superando la máxima alcanzada por Leonel, de 62%, doce puntos menos, al año subsiguiente de su segundo período; sino por el drástico cambio en la percepción dominicana sobre progreso y distribución de riqueza que dicha encuesta refleja, antes y después, del advenimiento del gobierno del 2012.

Aquella ya lejana consigna del Presidente Fernández, de “poner el nombre del país en alto”, parece haber sido un traje a la medida al Presidente Medina luego que el gobierno de Leonel terminara con aprobación del 36%; menos de la mitad de la que hoy dispone el Presidente Medina.

La explicación solicitada se justifica además por la mejor percepción sobre el gobierno de Danilo vs. Leonel en cuanto al progreso y justicia social.

No obstante el gobierno anterior haberse presentado como paradigma del progreso y sustentarse políticamente por un bloque autodenominado “progresista”, la percepción de los dominicanos sobre el progreso estaba por el suelo cuando gobernaba el Presidente Fernández (apenas un 15% en 2011) para triplicarse dos años después (49% en 2013) con el Presidente Medina.

Lo propio sucede en cuanto a la justicia social. Cuando gobernaba el Presidente Fernández apenas el 8% de los dominicanos consideraba como justa la distribución nacional del ingreso, mientras en la presente gestión esta percepción también más que se ha triplicado en menos de dos años: 26%.

La socio-politología dominicana, incluyendo FUNGLODE que vive midiendo las protestas contra el gobierno, prestaría un gran servicio a nuestra democracia si explica en qué medida la superación de Danilo sobre Leonel se fundamenta en inducciones mediáticas, estilos, esperanzas forjadas, temores de retrocesos o en ejecutorias gubernamentales.

Porque desde nuestra óptica reformista-socialcristiana, nos parece que las ejecutorias del presente gobierno, compatibilizados con los correctivos prometidos en la campaña electoral, incluyendo combatir corrupción pasada y presente, no son suficientes para justificar mejoría tan significativas en las percepciones de Danilo sobre Leonel.

Lo cual no deja de estremecernos ponderando las consecuencias políticas que tendría un incremento sobre la aprobación de Danilo si encarara radicalmente preocupaciones nacionales solventadas por políticas reformistas-socialcristianas como déficits fiscales sin endeudamientos: externos, para no lesionar soberanía, internos para no succionar recursos orientables a una mayor producción generadora de puestos de trabajo disminuyente de delincuencia, sustituyente de importaciones y aumentadora de exportaciones correctores de nuestros déficit externos.