Quien suscribe este artículo recuerda que veinte años atrás la llegada de la época de “Navidad o Noche Buena”, eran días de alegría familiar, de unificación en la vecindad, de compartimiento y solidaridad.
Hoy todo eso se ha perdido, ya no hay amigos, no hay vecinos, no hay intercambio entre la vecindad ni humanismo ni religiosidad en los hogares en el momento de la cena donde se junta la familia, se dialoga y se reflexiona entre padres, hijos, familias y amigos.
Los hogares dominicanos pobres y empobrecidos se sienten sin aliento y sin alegría, pues lo que predomina es tristeza, desesperanza, temores por la vida, escasez alimenticia.
Motivos suficientes existen para este escenario social. El país vive en esta Navidad en un estado de zozobra, de pérdida de valores y de armonía.
A pesar de que el Gobierno a temprano momento entregó el llamado sueldo trece a los empleados públicos, y el sector privado ha comenzado también, desde el gobierno se hace con la intención de reactivar la economía y crear un boom político, esto de hacer bien, hace mal, si el objetivo es que la familia tenga dinero para la Cena de Navidad.
Pues ya las personas no tienen dinero para esa tradicional cena y cubrir otras necesidades que para la fecha se demandan. Por lo que muchos dominicanos tendrán que recurrir a tomar dinero prestado al módico 20%.
Otros tendrán que recurrir a pedir una cajita navideña de las que nuestros gobiernos nos tienen acostumbrados para la fecha, si es que tienen suerte y se resisten al atropello y la humillación.
De manera que desde nuestra perspectivas y partiendo de la realidades social y económica que vive el país, las navidades no serán las mejores.
Serán unas navidades ensombrecidas causadas por la delincuencia, atracos, asesinatos, altos precios en los productos necesarios para la cena, represión política, casos insólitos de corrupción, todos de modo alguno afectan la paz social y la Navidad.
Es una Navidad sin paz, no hay dinero, hay desempleo, ya los hogares no se pintan ni se engalanan con cosas alegóricas.
De todos modos, exhortamos a los dominicanos pobres, empobrecidos y desempleados, a que no pierdan la fe ni la esperanza de que vendrán navidades mejores, a partir del 2016.