Que venga la dictadura

Que venga la dictadura

SALVADOR PITTALUGA NIVAR
Una cosa es con guitarra y otra con violín, es una frase que escuchamos con frecuencia, que no deja de ser cierta. Cuando me tocó ir al exilio en 1963, conseguí colocarme como camarógrafo en WAPA televisión de San Juan, y en mi trabajo frecuentemente tenía que ir al aeropuerto de Isla Verde, que hoy se llama Muñoz Marín.

Allí me sucedió varias veces, que al saludar a dominicanos conocidos y hasta amigos, me dejaban con el saludo y miraban hacia otra parte. Me di cuenta de que yo era un enemigo del gobierno en ese momento, y que a ellos no les convenía saludarme ni conversar públicamente conmigo. Pocos meses antes, con un programa de televisión de mucha audiencia, como director de un vespertino, y allegado al gobierno del profesor Bosch, los que entonces que me volteaban la cara, se hubieran desgañitado por saludarme. Cuando me di cuenta de lo que pasaba, opté por no saludar a ningún dominicano, ni en el aeropuerto ni en ninguna parte, si éste no me saludaba primero.

Ahora, un grupo de ciudadanos, que han disfrutado hasta la saciedad el embriago del poder por cuatro años, descenderán de él. Y me parece que por lo menos algunos, no están preparados para lo que viene.

Independientemente de la acción judicial que más que probablemente estará en la obligación de averiguar, las tantas travesuras habidas en estos cuatro años, también creo que no tienen idea del cambio que tendrán que enfrentar.

Ahora les parece seguro que seguirán manejando a su albedrío gesto y voluntades, que hasta ahora le han sido dóciles, pero lo más probable, y estoy pensando en los señores del Congreso Nacional, es que surjan nuevos intereses y nuevas lealtades que cumplir. Es que ignoran que cuando se entregan las riendas, lo que se está entregando es el poder para seguir mandando.

Hasta el mismo dinero, por más que sea, se entrega y se recibe de manera muy distinta, según venga de la ventanilla de arriba o de la de abajo. El que viene de las alturas del poder no precisa de sigilos, viene con la garantía de las impunidades. El que se recibe por la de abajo, necesita de estricto secreto, y tiene olor a complicidades.

Seguramente que cuando esto ocurra, los que ahora están en la cumbre hablarán de deslealtades, y no es así. Es que sencillamente, una cosa es con guitarra y otra con violín.

Por eso no me asustan las amenazas de que el próximo gobierno será bloqueado por zancadillas legislativas, y ni siquiera la posibilidad de que los traviesos, lancen a las calles turbas pagadas, como es de temer.

Las nuevas autoridades, cosa no frecuente, vienen advertidas de experiencia. Saben que las adulaciones y los piropos, generalmente encubren otras intenciones. Y es que estas autoridades, otra vez nuevas, ya conocen de los vacíos y de las soledades cuando se baja del poder.

Y además supongo, que vendrán sabiendo el cúmulo de problemas que van a enfrentar, escalpelo en mano con el pulso firme, para hacer lo que se debe hacer, necesariamente.

No estamos en un momento para blandenguerías, cuando hasta la propia dominicanidad está expuesta a serios peligros. Hay que hacer lo que se debe hacer sin exceso, pero con firmeza.

Quiero además confiar en la inteligencia natural del pueblo dominicano, que por cierto nunca me ha defraudado, que sabe que los que vienen no traen una varita mágica que será poco a poco y con gran esfuerzo, que podremos salir del atolladero en que nos han metido.

Para decirlo más claro, yo espero que este gobierno imponga la dictadura necesaria, la dictadura de la ley.

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