Qué vergüenza! El Malecón

Qué vergüenza! El Malecón

Es frecuente en cada ciudad que es bordeada por el mar, que posea una vía a todo lo largo de la costa, cuyo nombre genérico en la mayoría de los casos: el malecón. Santo Domingo no es la excepción y poseemos uno de los más hermosos que hemos visto en el mundo, talvez superado de los que conocemos por el de Estambul a todo lo largo del Bósforo.

Pero ¿Podemos exhibir el nuestro con orgullo? Nada más negativo. Hace unos años nuestro malecón fue digno de admiración. Gigantescas palmeras del género cana, bancos con diseños modernos y un alumbrado inicialmente de mercurio, transformado después al tipo led. Sus aceras e isletas centrales cuidadas con esmero y los acantilados protegidos contra los embates de las olas.

¿Qué tenemos actualmente? Los bancos en su gran mayoría destartalados y rotos por la utilización de los mismos por desaprensivos. Del alumbrado, las lámparas que no han sido robadas están muy descuidadas, lo cual impide un alumbrado óptimo. Además, varios acantilados por el golpeo incesante de las olas, amenazan la capa de rodamiento de la avenida, las grutas están ocupadas por indigentes que las han convertido en su morada permanente. Estos, con aspecto desaliñado, siembran el pánico en los transeúntes. Como no está debidamente vigilado, en múltiples ocasiones paseantes han sido atracados por aventurarse a pasear en la oscuridad.

Al echarse la paloma es que el flagrante alcalde Roberto Emérito Salcedo Gavilán se ha dado cuenta del aspecto desastroso y de abandono y ha prometido iniciar su reparación en el mes de julio; lo peor del caso es que no ha especificado de cuál año.

Siendo un año electoral y con aspiraciones a reelegirse, este otrora comediante cometió un yerro imperdonable. En sus alegatos para no emprender la reparación aduce el presupuesto agotado. Sin embargo, el alcalde se empecinó en montar el despampanante espectáculo denominado “Brillante Navidad’’, cuyas consecuencias directas han sido causar intranquilidad entre los vecinos y enormes entaponamientos en las avenidas Bolívar y César Nicolás Penson.

En su condición de consumado golfista, en una ocasión se le ocurrió instalar un campo de golf, una aberración que le hubiese costado muchos cristales rotos a los automóviles que circulan por la avenida, afortunadamente la Sala Capitular no aprobó tan descabellada sugerencia.

El malecón urgentemente amerita, en los lugares en donde el arrecife está amenazando con destruir la capa de rodamiento, construir bloques de cemento y echarlos al acantilado tal y como se hizo en el rompeolas y también en Nagua y Gáspar Hernández.

Este Alcalde que ya lleva catorce años desempeñando deficientemente este cargo que aspira a reelegirse argumentando una labor encomiable, parece que no ha recorrido las calles de la capital y sus inmensos vertederos de basura. Tampoco ha evitado que los camiones compactadores entorpezcan el tránsito recogiendo la misma en horas laborales, en donde los conductores se regodean por la aglomeración que causan.

En nuestra opinión, creemos que este Alcalde que cree ganada su reelección por pertenecer al partido político gobernante que lo ha seleccionado para repetir por cuatro años más, puede llevarse una gran sorpresa cuando el 15 de mayo sus acólitos no sean suficientes y muerda el polvo de la derrota.

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