La semana pasada, la gentil legisladora y hermana del Presidente de la República, inició virtualmente la campaña de Danilo para la reelección, con unas declaraciones de una ingenuidad que podríamos calificar de enternecedora, si no fuera porque parecen anunciar un período de violaciones institucionales de alto peligro para el destino de la República Dominicana.
Casi nadie puede suponer que las expresiones controversiales de la distinguida dama y política se produjeron sin la aquiescencia de su hermanísimo, que luce un primer avance en la decisión que éste anunció que se produciría en este mismo mes de marzo, sobre su eventual repostulación.
No se trató solo de anunciar el apoyo a una violación de la Constitución para una tercera postulación presidencial consecutiva de Danilo; sino también para los demás legisladores, funcionarios y empleados de la superabundante nómina del gobierno, y de informar que supuestamente cuenta con el apoyo de 4 grandes empresarios que quieren que Danilo siga en el gobierno “porque sus capitales los han multiplicado mil veces”.
Lo que no aclaró la legisladora es quiénes pagarían por los votos que se requieren para tratar de legalizar la reelección, ni cómo serían reelegidos todos los senadores, diputados, ministros, alcaldes, regidores del PLD; y todos los empleados públicos; aunque ella aspira, modestamente, a postularse como senadora siendo diputada.
Por supuesto que además de los grandes empresarios que enumeró Lucía, ganadores de miles de millones de pesos (o dólares), hay que contar con sus socios, que se han enriquecido como intermediarios en su calidad de funcionarios o miembros de la “OTAN” y otras organizaciones partidarias o “patrióticas” de connotación internacional, como la SunLand y la Odebrecht.
Pero lo importante para este caso parece ser que se reelijan y continúen todos y todo, de manera que siga la fiesta indefinidamente, por lo menos hasta el 2044, tal como anunció Leonel, pero con Danilo.
Eso significa que seguiríamos con salarios de hambre para la gran mayoría de los dominicanos; con hospitales y servicios sanitarios que apenas funcionan; con un sistema educativo que no enseña ni a leer ni a escribir correctamente; con una delincuencia que lo arropa todo, con una frontera donde se contrabandea casi libremente con indocumentados, drogas, cigarrillos, armas, licores, ajo y hasta mangos; con una justicia que no funciona sino para encubrir a los poderosos; y un desprecio casi total a la institucionalidad democrática; con municipios que no pueden ofrecer servicios elementales a los ciudadanos, así como una deuda pública virtualmente impagable que nos llevará a la ruina como país en un plazo cercano.
Lo que pasa es que “la gallina no pone ya donde ponía” y los intentos de controlarlo todo con sobornos y chantajes se le agotan a los actuales oficiantes de la política dominicana. Es tiempo de que la verdad, la honestidad y una real democracia con eficiencia, saquen al pueblo dominicano de la crisis de valores en que está hundido, para que sea rescatada por una nueva generación de líderes que trabajen para un mejor presente y futuro para todos los dominicanos.