Queda todo por hacer

Queda todo por hacer

Diversos los síntomas de la resaca de las elecciones: la corporación PLD celebra porque piensa que pasaron la prueba decisiva y otean en el horizonte su eternización en el poder, siguiendo el modelo del PRI mejicano.

El PRD sumido en una de sus crisis recurrentes, pero esta vez, no sólo azuzada desde el poder sino  que las instituciones  y uno de los árbitros que habrán de decidir su curso, están en las manos inescrupulosas de la corporación PLD. Un partido reformista confirmado como parte del trío de los  partidos mayoritarios, haciéndole creer a la parte ingenua de la opinión pública que su votación fue el resultado de una revitalización del aparato político que el propio Balaguer se ocupó de descuartizar.

Una sociedad a la expectativa de lo que nos depara el futuro, con múltiples voces alertando de que se hagan algunos cambios cosméticos, para evitar que la hartura de las gentes con su calamitosa situación pueda generar una ola de protestas, de consecuencias imprevisibles.

Y por último, unos cuantos de los más lúcidos integrantes de las cúpulas sociales y eclesiales del poder alertando de que no hieran de muerte al PRD, porque saben que el partido del jacho prendido es necesario para “su” equilibrio de poder y para no empujar al segmento más activo de su amplia militancia histórica a buscar nuevos rumbos políticos que podrían ser inconvenientes en los planes de quienes han construido, por décadas, esta República Dominicana.

La poderosa maquinaria (corporación PLD-Estado) usó sus poderes y recursos para mantener el control del gobierno sin mediar ninguna consideración moral; decidió que el descuartizado Partido Reformista tenía que alcanzar el 5% de la votación, y lo consiguieron a fuerza de papeleta y del trabajo de su poderosa maquinaria electoral.

Donde fallaron estos cálculos fue en relación a Alianza-País y su candidato: planificaron, y algunos de sus ilustres barones se jactaron de ello, que iban a “reducir a la nada” la votación de alianza y su candidato, y eso sólo lo lograron a medias, y fue porque Alianza solo pudo registrar cuatro o cinco mil delegados en los colegios electorales.

Alianza y su candidato lograron lo que ningún partido emergente había podido hacer en toda la historia política post trujillista. Ni siquiera el PLD liderado por el profesor Juan Bosch logró, después de cinco años de trabajo, alcanzar más que 18,000 votos en su primera prueba.

Ahora queda todo por hacer: convertirse en una poderosa maquinaria política comprometida con la construcción de una gran convergencia de organizaciones sociales, ciudadanas y políticas, para alcanzar la fuerza social y política necesaria para derrotar el bi-partidismo imperante y cambiar el curso fatal hacia donde han empujado  nuestro país.     

Publicaciones Relacionadas

Más leídas