Quehaceres domésticos

Quehaceres domésticos

Edelmira despertó temprano y miró el techo de su habitación. –Hoy no quiero leer ningún escrito; voy a cocinar: asaré carne, prepararé unos macarrones, un poco de ensalada… Al extender el brazo para levantarse de la cama, Edelmira topó con los papeles desparramados que había revisado durante la noche. Los recogió todos y los colocó de nuevo en la gaveta del “closet”. Inclinada buscando sus sandalias notó que había una página en el piso. Pudo leer los primeros renglones: “el enfermo grave que desespera por su situación, es seguro que muere más rápido”. Enseguida tiró la hoja en la gaveta y la cerró con fuerza.

–Veré como está el patio antes de meterme en la cocina. Edelmira sintió un fuerte olor a excrementos. –¿Qué será esto? ¿Habrán entrado unos perros? En pocos minutos dio con una bolsa llena de mierda y cáscaras de plátanos –Se ve claro que la han tirado desde fuera. Me pondré guantes y la llevaré al zafacón. Regaré agua por todas partes; traeré la manguera. Abrió la puerta y encontró el tanque de la basura volcado. Salió a la calle, enderezó el recipiente; juntó con las manos la basura y volvió a echarla en el tanque. Entonces con ayuda de la manguera arrastró los restos a la cuneta.

–Ahora tendré que darme un baño; pero antes de eso me ocuparé en mojar las plantas del patio para que todo esté fresco al mediodía. Desenroscó la manguera, la enrolló en su brazo izquierdo y entró a la casa. –La entrada ya está bien; el patio deberá oler a jazmines; usaré un desodorante de tierra. Después sacaré la mesa y la arreglaré bajo el árbol. Estar al aire libre en un día con buena temperatura es una bendición.

Cuando Edelmira salió del baño parecía otra mujer: pantalones cortos blancos, blusa con rayas grises y botones nacarados. En la cocina, entró la cabeza en un delantal adornado con flores y lo ajustó a su cintura. Al caminar entre la estufa y el refrigerador vio su figura reflejada en la vitrina; el frente del delantal semejaba una breve falda; pero de lado, el pantaloncito corto recordaba la ropa interior. Edelmira sonrió y comenzó a cocinar.

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