Los dominicanos vivimos en una singular democracia, en donde las penurias de la mayor parte de la población, por sus estrecheces y la pobre calidad de vida por la deficiencia en los servicios públicos que una abultada burocracia no puede ofrecer, son mitigadas por la ayuda que se recibe de entidades, y sus personeros más encumbrados, a los cuales las autoridades le prestan atención.
Por eso no es de extrañar que cuando un representante de un país amigo se queja públicamente, y por igual alguien de alto rango de organismos internacionales y en ultimo caso, pero con menos atención, a nuestro cardenal que hace tronar su voz, entonces, con inusitada diligencia, las autoridades acuden a resolver la situación denunciada por tan calificados voceros.
No fue una sorpresa que con inusitada rapidez las autoridades le salieran al paso a la advertencia del embajador norteamericano, de recomendarle a sus conciudadanos que no viajen de noche por la carretera Duarte, para evitar ser asaltados, ya que es frecuente la ocurrencia de esos hechos en las cercanías de Villa Altagracia, así como en el tramo de Bonao-La Vega.
Desde hace años, viajar por la Duarte después de las 10 de la noche es un riesgo que ha obligado a las autoridades con cierta frecuencia a poner patrullas que duran en esas funciones como máximo unos dos meses; incluso al tramo de la circunvalación a Villa Altagracia, que está muy poblada, se le instalaron en más de dos kilómetros las luminarias, para reducir el peligro de esos atracos, como ocurrió con el caso de la hermosa joven del grupo Yarumba, que salió mal herida cuando su vehículo fue impactado por las piedras de los antisociales de la zona.
Es una lástima que la constancia de las autoridades para hacerle frente a las situaciones negativas que afectan, como es ofrecer seguridades de tránsito a la ciudadanía, solo dura lo que una cucaracha en un gallinero. La constancia y la responsabilidad no son virtudes de las autoridades, y por eso, son tan efímeros en sus intenciones y acciones, ya que esos gestos se desvanecen rápidamente, quizás en menos de un mes y de nuevo se vuelve a la acostumbrada desidia de las autoridades como ocurre con la falta de mantenimiento de las obras públicas.
Es lamentable la presteza con que las autoridades le ponen la atención a las quejas de los representantes diplomáticos de Estados Unidos, que con tal de no ofenderlos, ni con el pétalo de una rosa, buscan por todos los medios extirpar el motivo de la queja de tan elevados diplomáticos. Y eso hay que acogerlo como un aporte para la ciudadanía, que ya de por si sus quejas no son escuchadas. Entonces deben llegar los chapulines de ultramar para que acudan en ayuda de la sociedad desprotegida.
Es importante analizar esa presteza oficial para complacer al embajador norteamericano, en lo que se refiere a la inseguridad en el tránsito nocturno por las carreteras, como es el caso frecuente en el tramo de la autopista de Las Américas, desde el aeropuerto hasta el puente JuanCarlos. Ese análisis es para darnos cuenta que debemos contar con padrinos internacionales a quienes se les hace caso para que nos protejan, ya que el desgano de las autoridades podría ser contraproducente en momentos que el país estrena un nuevo gobierno que tratará de corregir lo que está mal.