Cap-Haitien (Haití).-Las barricadas comenzaron a arder este jueves por toda la ciudad de Cap-Haitien, en el norte de Haití, a modo de protesta por el asesinato del presidente Jovenel Moise, en la víspera de su funeral.
Los manifestantes, que protestan para pedir justicia por la muerte de Moise, ocurrida el pasado 7 de julio, formaron barricadas por diversos puntos de la ciudad con piedras de gran tamaño y neumáticos ardiendo, que levantaban una gran humareda que era visible a un par de kilómetros de distancia del centro de la urbe.
Las personas de tez blanca eran señaladas, incluso perseguidas, por los participantes en la protesta, que identificaban el color de la piel con la nacionalidad colombiana, que compartían buena parte de los mercenarios que, según las autoridades, formaban el comando que mató a Moise en su residencia de Puerto Príncipe.
“Colombianos vienen aquí a Haití para matar al presidente. Eso no es bueno, colombiano no bueno”, repetía frente a la cámara de Efe uno de los manifestantes, Billy Joseph, que se esforzaba por hablar español.
La ciudad “está caliente porque el presidente de nosotros está muriendo, está matao. Aunque el presidente no (era) bueno, es presidente de nosotros”, afirmó.
La presencia policial consiguió rebajar la intensidad de la movilización, disgregada por toda la ciudad, aunque no llegó a disipar a los partidarios de Moise, que clamaban justicia por su asesinato y mostraban imágenes del supuesto cadáver del mandatario.
Ya durante la misa en memoria de Moise celebrada por la mañana en la catedral, algunos grupos de personas se dedicaron a enardecer los ánimos, llamando a los presentes en el templo a salir a la calle a protestar de forma violenta.
El ambiente en el país había sido hasta el momento bastante tranquilo, a excepción de algunas manifestaciones que tuvieron lugar, precisamente, en el norte, de donde era oriundo el presiente y donde la población le tenía más aprecio.
Está previsto que el funeral se celebre este viernes, en la residencia de la familia de Moise, a las afueras de Cap-Haitien, aunque sus más acérrimos seguidores no quieren que se le de sepultura hasta que no estén muertos sus asesinos.
El presidente fue asesinado a tiros en su residencia en Puerto Príncipe en la madrugada del 7 de julio, en un ataque de un comando armado integrado por exmilitares colombianos que accedió a la vivienda presidencial sin hallar resistencia por parte de los guardias que deberían haber protegido la vida del presidente.