Fue para el mes de junio del año 2004 que llegué a la comunidad de Barrio Nuevo, Villa Mella,  para dirigir los destinos de la Iglesia Evangélica Asambleas de Dios Lirio de los Valles. Para ese entonces, tanto el templo como las calles de este lugar estaban en condiciones sumamente deplorables. Con un fondo de unos RD$10,500 y la buena voluntad de unos 65 hermanos empezamos nuestra tarea tanto en el plano material como espiritual.

En un tiempo relativamente corto, no sólo la infraestructura fue completamente remozada, sino que familias enteras, grupos de jóvenes y de niños entraron a la casa de Dios para recibir el pan de la enseñanza divina conformando una membresía de unas 300 personas. Los hermanos aprendieron a llegar al templo con paquetes de alimentos que, luego, eran distribuidos entre los necesitados tanto de la congregación como de la misma comunidad.

El esfuerzo propio de la feligresía mitigaba en parte las penurias de la gente humilde que, en ocasiones, carecía de recursos para una receta médica o para alguna necesidad perentoria.

La iglesia era un verdadero refugio de amor, de paz y de solidaridad.

Era una lucha constante por mantener en alto la dignidad y el bienestar de las personas.

Hace poco, mi tarea pastoral en el corazón del mismo barrio terminó.

Sin embargo, agradezco infinitamente a toda la gente de esta buena comunidad por su apoyo, amor y devoción al Señor.

Me siento satisfecho por el deber cumplido y por haber sido de ayuda.

También las calles por donde solía transitar ya no son las mismas, gracias a la petición que nos concediera el entonces señor Presidente de la República, el doctor Leonel Fernández Reyna.

Paz a todos y cuenten siempre con mis oraciones.