Los bemoles del desarme- El desarme que promueve la Secretaría de Interior y Policía para diciembre y Año Nuevo sigue generando muchas aprensiones entre quienes piensan, que por demás no son pocos, que la medida dejará a la población mucho más indefensa y vulnerable de lo que ya está frente a la delincuencia, preocupación que ya externaron varios de nuestros obispos y a la que acaba de sumarse un grupo de ex jefes de la Policía Nacional, entre los que figuran nombres tan conocidos y sonoros como los de los generales José de Jesús Morillo López, Robinson Brea Garó y Rafael Guillermo Guzmán Acosta, probablemente porque no se ha explicado, o no se ha explicado lo suficiente, cómo se va a poner en práctica ese desarme o de qué manera las autoridades garantizarán su estricto cumplimiento. ¿Se van a salir a recoger las 340,00 arnas de fuego que, según consta en los registros de Interior y Policía, se encuentran de manera legal en manos de la población civil? ¿O se apelará a la conciencia y el sentido cívico de los ciudadanos y las ciudadanas para que se abstengan de salir a la calle con sus armas de fuego durante ese período aún a costa de su propia seguridad? ¿Qué pasará con aquellas personas que por la naturaleza de su profesión o de sus negocios se ven precisadas a portar un arma de fuego? El doctor Franklyn Almeyda, quien parece estar confiado en que los 10,000 policías enviados a las calles a labores de patrullaje preventivo serán suficientes para calmar todas esas aprensiones y temores, debería responder estas y muchas otras interrogantes antes de poner en marcha su ensayo navideño.
La pregunta impertinente.- ¿A dónde irán a parar las aspiraciones de mejoría salarial de médicos y enfermeras, excluídos del Presupuesto Nacional del 2009 con el lapidario argumento de que nadie está obligado a lo imposible?