Retirados y ofendidos.- El secretario de Interior y Policía, el doctor Franklyn Almeyda Rancier, pidió ayer disculpas públicas a las personalidades que se vieron afectadas por las recientes cancelaciones de licencias de armas de fuego, pero sobre todo con la publicación de una lista agraviante en la que figuran con sus permisos vencidos, pero tal vez el gobierno tenga que hacer lo mismo con los generales puestos en retiro, por antiguedad en el servicio, por el presidente Leonel Fernández el pasado fin de semana.
Alegan esos generales que, al producirse su retiro apenas un días después del anuncio del mandatario de que sacará las lacras que con sus acciones delictivas manchan el buen nombre de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, se ha provocado un gran daño a sus carreras, pues todo el mundo ha relacionado, inevitablemente, una cosa con la otra. Tan cierto es que el decreto se ha prestado a lamentables confusiones que el Secretario de la Presidencia, el doctor César Pina Toribio, al igual que el de las Fuerzas Armadas, el teniente general Rafael Peña Antonio, han tenido que aclarar que se trata de cambios rutinarios que nada tienen que ver con la profilaxis tan prometida como reclamada, y que se trata de oficiales honorables sin una mancha que se les pueda señalar.
¿Son suficientes esas explicaciones? Probablemente no lo sean, pues hay un daño que ya está hecho y que resulta imposible resarcir por mas explicaciones y aclaraciones que se hagan. La lección es dolorosa, sobre todo para los afectados, que tendrán que resignarse, en medio de su impotencia, a sufrir las consecuencias de las acciones de un gobierno que parece haber perdido el sentido del tacto y la prudencia, sin parar mientes en el daño que ocasiona a la bien ganada fama de los ciudadanos.