Arando en el mar.- El otro día fue Euclides Gutiérrez Félix, quien en un artículo llamó la atención sobre la impúdica exhibición de riquezas de las que hacen galas algunos compañeros de partido y gobierno, y ahora es Miguel Cocco, quien tronó contra la corrupción y los corruptos que, a su juicio, han mancillado la administración peledeísta.
A pesar de la seriedad conque habría que tomarse, por venir de quien vienen, ambos pronunciamientos, ni en aquella ocasión ocurrió nada no obstante el tremendo alboroto que desató el artículo del reputado historiador y político, y es seguro que ahora tampoco será distinto una vez se aplaque el revuelo provocado por las afirmaciones del combativo director general de Aduanas. Tanto Gutiérrez Felix como Miguel Cocco están arando en el mar, pues las acciones y omisiones de este gobierno indican con claridad que el combate y la sanción a la corrupción administrativa no figuran entre sus prioridades.
De la sartén al fuego.- De nuevo está el senador por San Pedro de Macorís, Alejandro Williams, en el vórtice de otro escándalo, y al igual que en la ocasión anterior, cuando se divulgó que estaba siendo objeto de una investigación por parte de las autoridades norteamericanas por su presunta participación en un fraude en perjuicio del Medicaid, su imagen y la del partido al que representa –el PLD– sufren a causa de la controversia.
Ahora se le acusa de utilizar a sus espalderos para intimidar, haciéndolos pasar por agentes del FBI, a cuatro periodistas, a propósito de las acusaciones de las que habría sido objeto en Estados Unidos. Es obvio que Williams necesita ser mejor asesorado, que se le explique que un senador no se comporta como un jefe mafioso, pero también que no ha dicho toda la verdad sobre sus problemas con la justicia. ¿Qué otra cosa explica que siga revolviendo una acusación –falsa o verdadera– de la que ya nos habíamos olvidado?