Qué se dice

Qué se dice

¡Sálvese quien pueda!.- Como si no fuera suficiente para minar la confianza que está llamada a inspirar en la ciudadanía la frecuencia conque miembros de la Policía Nacional, oficiales incluidos, se ven involucrados en todo tipo de actos delictivos, acabamos de ser testigos de un hecho inaudito, revelador por demás del grave mal de fondo que aqueja a esa institución y que urge atacar antes de que sea demasiado tarde. Cerca de  medio centenar de policías liberó por la fuerza, en San Francisco de Macorís, a un raso  al que un juez envió a la cárcel durante tres meses como medida de coerción por estar acusado del asesinato a tiros de un joven. Previo a  su acción, los agentes realizaron una marcha de protesta –armas en manos– por varias calles de esa ciudad  en rechazo del apresamiento  de su compañero. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Por lo que veo, muy lejos. Tanto, que pronto llegará el momento que habrá que gritar ¡sálvese quien pueda!

Una promesa.- Los buhoneros de la Duarte con París se han comprometido   con el ayuntamiento del Distrito Nacional  a respetar los espacios públicos y a no obstaculizar el tránsito ni los pasos peatonales en esa neurálgica zona. El alcalde Roberto Salcedo, haciendo honor a un estilo que prefiere  el consenso  a la confrontación y  la violencia que implican los desalojos, quiere convencer por las buenas a los buhoneros que han convertido en un caótico mercado público esa popular  intersección de que hay otra forma, sin atropellar los derechos de los demás,  de hacer las cosas. Hay que darle la oportunidad al alcalde  de que demuestre la eficacia de sus métodos, y si acaso tiene éxito y consigue desarrabalizar, gracias a la buena disposición  de  los propios arrabalizadores, la Duarte con París, hasta yo voy a prenderle un velón, en señal de agradecimiento, al santo patrón de los buhoneros del Distrito Nacional. Es una promesa.

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