La anunciada elección de nuevos jueces por el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) presidido por el ciudadano Señor Presidente de la República, Lic. Danilo Medina Sánchez, para sustituir cuatro magistrados de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) que habían cumplido ya su periodo magisterial y cinco jueces titulares del Tribunal Superior Electoral (TSE) con alta tasa de rechazo que pretendían reelegirse y sus sustitutos creó, como era de esperarse, grandes expectativas e ilusiones no solo en cuantiosos aspirantes a esas elevadas funciones sino, fundamentalmente, en muy diversos sectores de la vida nacional incluyendo, obviamente, los partidos políticos mayormente interesados, como el pueblo en general, en la restructuración del TSE, que en la escogencia de los jueces de la Suprema.
Al éxito de la Marcha Verde se le acredita, en gran medida, los cambios efectuados por el CNM, y particularmente la limpieza del TSE, respaldados por sectores conservadores y del partido en el gobierno y sus aliados, mientras la oposición y sectores independientes o radicales muestran su insatisfacción e indignación, considerando que tales cambios nada cambian. Se asemejan a aquel celebérrimo anunciado por el manager del Concordia, un formidable equipo de béisbol venezolano que vino a celebrar una corta serie con los equipos Licey y Escogido en el año 1934, que vale la pena recordar.
Para entonces los rosters de los equipos de escasos recursos eran pequeños, muy contrario a los de ahora donde los managers se manejan a sus anchas. El Concordia apenas contaba con 13 peloteros, entre ellos al versátil Martin Dihigo, refuerzo cubano, que en un doble juego podía tirar 9 ceros en el primer partido y defender otra posición en el segundo, bateando la friolera de ocho hits en ambos encuentros. En un momento de apuro se vio precisado hacer cambios y no teniendo mucha opción recurrió al doble swich: Ostentosamente anunció al umpire: “Quevedo por Malpica y Malpica por Quevedo.” Es decir, trajo a Quevedo de la primera base a la receptoría y puso en primera al cátcher Manuel Malpica.
Ese célebre cambio lo festejó el pueblo dominicano siempre ocurrente, y amordazado como estaba por la recia dictadura de Trujillo, cada vez que ese dios todopoderoso terrenal movía alguna de sus fichas a su acomodo, sustituyendo un funcionario por otro, igualmente incondicional, zorrunamente parodiada la frase: “Malpica por Quevedo, Quevedo por Malpica” popularizada la frase y el estribillo: nada ha cambiado. El estado de cosas, remozado, sigue el mismo trillo.
Mercedes Sosa, ya lo advertía con su voz melodiosa y desafiante: “El que no cambia todo, no cambia nada.”Pero… ¿Puede pedírsele peras al olmo? Se hizo lo que se pudo y algo positivo se logró. Habría que ser muy ingenuo, esperar lo contrario. El poder no se regala, se conquista tras dura lucha y renovada esperanza. Si el pueblo lo quiere, el pueblo lo hará. Lo importante es no detenerse. Lo importante es la Unidad.