Quiebra del multilateralismo

Quiebra del multilateralismo

Eduardo Klinger Pevida

Multilateralismo es un principio esencial donde, ante problemas globales, se deben buscar también soluciones globales que comprometan a todos. Muchos identifican, como primer ejemplo de multilateralismo, al Congreso de Viena de 1814, en que las potencias europeas pretendieron organizar un continente que se había estremecido por las guerras napoleónicas.

Multilateralismo es lo opuesto al unilateralismo, imposición de decisiones de un país o, como se ve con más frecuencia en nuestros días, los intereses de un pequeño grupo de naciones que, por su peso económico, asumen, decisiones que pretenden que obliguen al resto del mudo.

Las 4 potencias, EEUU, Francia, Reino Unido y la URSS – que lideraron la victoria contra el nazismo, constituyeron en 1945 las Organización de las Naciones Unidas, órgano multilateral que se encargase de contribuir al desarrollo y la paz. De facto, se reconocía la urgencia de fomentar el desarrollo de los pueblos como plataforma de garantizar la paz mundial. Era un objetivo supremo en un mundo aún asfixiado por las cenizas de la gran conflagración que se llevó a 50 millones de vidas. Algunos ostentan ahora memoria corta.

En la ONU, y el gran complejo de organizaciones y agencias que conforman la llamada “familia de las Naciones Unidas” descansa la esencia del multilateralismo y es, indiscutiblemente, la única fuente de un derecho internacional que compromete a todos. Los redactores de La Carta, órgano constitutivo, dieron al Consejo de Seguridad la facultad única de aplicar sanciones y espacio para que se discutieran los conflictos mundiales. Solo la ONU legitima acuerdos y sanciones que involucre a todos. En el Consejo de Seguridad se concedió asiento permanente a las 5 grandes potencias del momento, además de las mencionadas, se incluyó a China, entonces bajo el Gobierno del general Chiang Kai-shek y, aún después de la derrota de ese Gobierno en 1949, lo mantuvieron usurpando el lugar que correspondía al Gobierno legítimo instalado en Beijing.

Pronto el privilegio de veto a cualquier resolución del Consejo que se dio a las 5 potencias se convirtió en un obstáculo para que los poderes hegemónicos históricos impusieran su voluntad por lo que unos recurren a pequeños grupos de países, ejemplo G-7. La consolidación de nuevos actores de primera línea está llevando a la pretensión de sustituir la ONU como fórum adecuado para dirimir y solucionar las controversias, especialmente las que comprometen la paz mundial. Es de la mayor urgencia global restaurar los principios esenciales del multilateralismo.

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