¿Quién?

¿Quién?

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Quién ha visto a un inspector de Sanidad, un funcionario de Industria y Comercio o uno del Ministerio de Agricultura revisando la calidad de los productos que se ofrecen en colmados y supermercados?

Esta revisión debe ser realizada al azar y de manera inesperada, para que no se le presente al inspector una mesa con los productos que debe examinar, mientras los podridos y dañados son colocados en los lugares de exhibición.

El establecimiento debe, incluso, garantizar la calidad de las bebidas alcohólicas cuya vulnerabilidad es tal que con una jeringa hipodérmica y una persona que saque algunos Cecés de una bebida más cara y se reponga la cantidad extraída con otra bebida más barata.

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¿Desde cuándo se dejaron de realizar esas supervisiones periódicas, por dejadez, por comodidad de los funcionarios encargados o por complicidad con los comerciantes que venden productos comestibles?

Por ejemplo, los productos lácteos, antes el vaso de leche del desayuno pintaba bigotes de abuelos a los niños antes de ir a la escuela, ahora, la leche la han vuelto un agua de tiza que no sabe a nada ni sirve para nada desde el punto de vista alimenticio. La mantequilla que antes tenía sabor, cuerpo y calidad ha desaparecido de la mesa de la familia promedio y sustituida por la margarina que se sabe es un producto industrial.

Y del queso, ¡ay! del queso hay poco que decir en lo que se refiere a calidad, hay productos que parecen salir de un laboratorio de suelas para zapatos criollos. Ahora son difíciles los quesos criollos salvo que no sean los no procesados, muchos de los cuales nunca han sido analizados y se desconoce cuántas enfermedades estomacales habrán producido.

En los embutidos hay mucha tela que cortar, desde denuncias de que son elaborados con desperdicios de pollos, vísceras de animales, tripas, grasas, hasta productos vegetales para que el producto tenga más cuerpo y mayor peso.

Otro cantar es lo que ocurre con las carnes y la forma en que son manipulados los productos cárnicos en los mataderos, lo cual resulta peligroso por la falta de higiene de quienes manejan los productos y por procedimientos rudimentarios y faltos de conocimientos sanitarios.

¿Quién se ocupa de la calidad de los víveres y hortalizas que se venden en todos los lugares?

Los pollos son un poema, matados, los zambullen en una tina de agua helada y los ponen a congelar, el producto gana peso y el consumidor es timado con onzas de peso que se convertirán en agua.

El control de la calidad, el control de la higiene de los alimentos que consumimos es deficiente cuando no inexistente. ¿Quién le pone el cascabel al gato?

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