Puede parecer un juego de palabras, al igual que las constantes explicaciones que dan los ministros de Interior y Policía que hemos tenido. Todos han llegado con un plan que no ha funcionado; algunos atribuyen a la percepción de la gente la inseguridad ciudadana, como si todos los días no hubiera denuncias, quejas y, en la mayoría de los casos, la gente tuviera que cerrar sus puertas o resguardarse desde que oscurece para evitar ser atracada.
Podríamos escribir un gran tratado que contenga todos los planes oficiales de los últimos gobiernos sin los resultados esperados. Otro aporte sería las recetas para la reforma policial en la que se han invertido recursos económicos y contratado a intelectuales, como si con ello el cambio estuviera asegurado.
Una gran novela sobre la tragedia de los ciudadanos que son víctimas de asaltos a plena luz del día en distintos barrios de la Capital y en diferentes provincias del país sería un éxito.
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El terror está en las calles, la delincuencia al parecer ha superado las posibilidades de los controladores y muchos piensan que el mal emana desde dentro de los propios organismos destinados a protegernos.
No es secreto que algunas de las bandas cuentan con el apoyo de agentes que se hacen los desentendidos mientras por un celular hasta le quitan la vida a cualquiera que esté en la calle sin importar la hora del día en que se produzca el asalto.
Lo peor es que siempre andan dos en una moto, armados, se lanzan hasta la víctima y en segundos cargan con todas las propiedades, desde la cartera con los documentos y todo lo que haya en ella.
Una joven secretaria fue asaltada frente a una escuela donde hay cámaras de seguridad, le llevaron su celular, un iPhone que había adquirido a crédito hace pocos días. Cuando fue al destacamento le pidieron el número que tiene el dispositivo en la parte trasera, (IMEI), cosa que nadie le ha dicho a la gente que debe tener guardado. La mayoría no tiene información sobre esa especie de clave en los teléfonos inteligentes.
El asalto ocurrió frente a un colegio privado, donde hay cámaras de seguridad, ella le pidió al comandante de la policía que les pidiera a los dueños del colegio que le mostraran la cámara de seguridad, a lo que el agente le dijo: «Pídaselo usted”. ¿Se puede eso?
En el mismo lugar se produjeron en los días siguientes al menos tres asaltos y nunca ha aparecido ninguna vigilancia en la zona.
A uno de mis hermanos le sustrajeron todos sus ahorros cuando hackearon el celular de un familiar. Él dio todos los viajes que se puedan dar al departamento de prevención de los delitos de alta tecnología, llevó las evidencias de quien retiró el dinero del banco y en la Fiscalía le dieron una orden de conducción para que fuera a la ciudad de Bonao a arrestar al delincuente. Sin ser policía y sin tener dinero para que una patrulla lo acompañara, abandonó el caso rendido por la impotencia.
Ya la gente ha dejado de ir a querellarse a la Policía, se la ponen en «China» a los ciudadanos y, peor aún, nunca aparece lo robado.