Hachem Safieddine, lors des obsèques d'un commandant du Hezbollah, le 12 juin 2024 dans la banlieue sud de Beyrouth. REUTERS - Mohamed Azakir
Tres semanas después de anunciar su probable “eliminación” en un bombardeo, el ejército israelí confirmó la muerte de Hashem Safieddine, quien se creía que asumiría el mando de Hezbolá, tras el asesinato de su líder Hasán Nasralá. La noticia es un nuevo golpe contra el movimiento islamista libanés, cuya cúpula ha sido mermada por Israel en las últimas semanas.
El anuncio de la muerte de Hashem Safieddine fue también confirmado el miércoles a la tarde por Hezbolá.
Con barba gris, anteojos y el turbante negro de los descendientes del profeta Mahoma, Safieddine compartía un sorprendente parecido físico con su primo Nasralá y era el candidato «más probable» a reemplazarlo, como nos lo explica Ignacio Gutiérrez de Terán, profesor en la Universidad Autónoma de Madrid.
«Suele ser la persona que preside el Consejo Ejecutivo la que se hace cargo de la Secretaría, así fue cuando Israel mató al antecesor de Hásan Násrala», expresó el experto y agregó: «Hashem Safieddine ocupaba también este cargo y sonaba ya desde incluso antes de la desaparición de Nasralá como posible sustituto».
Muerto Safieddine, se espera que uno de los dirigentes históricos del movimiento libanés asuma el mando.
«Sería, en primer lugar, el subsecretario general Nain Qassem o también algún personaje como Muhammad Yazbak, que era el jefe de los servicios de inteligencia» – Ignacio Gutiérrez de Terán, profesor en la Universidad Autónoma de Madrid.
Sin embargo, para el también autor del libro «Hezbolá, el laberinto de Oriente Medio», es poco probable que el grupo nombre a alguien en lo inmediato.
«Ya han dado a entender que su prioridad no es reorganizar la cabeza máxima del partido, sino reestructurar los cargos intermedios, sobre todo, los militares. Esto es parte de una medida de precaución con respecto a posibles infiltraciones por parte de los servicios de inteligencia israelíes, pero también entra dentro de una estrategia ya conocida de proteger al máximo a sus dirigentes civiles y concentrarse en el expediente militar», precisó.
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