¿Quién cogió mi queso?

¿Quién cogió mi queso?

PEDRO GIL ITURBIDES
Me dicen que la economía dominicana creció a un ritmo de 12.6% en el primer trimestre del año. Yo, que he visto encogerse mis ingresos sin que tenga una explicación clara para ello, pienso poner una denuncia en la policía. Porque ante aquel anuncio y esta realidad, se evidencia que alguien está sustrayéndome lo que cobro. De manera que no sólo no participo de ese venturoso renacer económico que se anuncia con bombos y platillos, sino que tampoco me alcanza para vivir lo que antes satisfacía mis necesidades.

Este es el gran dilema de los sistemas económicos. Las economías crecen en los países de menor desarrollo relativo, pero como advertía el editorialista de HOY a raíz de propalarse la información, el crecimiento no se horizontaliza. Lo más cruel de esto es que a nadie le importa, y ninguna nación de mayor desarrollo relativo denuncia el contrasentido. Casi todas esas naciones son acreedoras de países pobres. Por consiguiente, velan por el retorno de sus capitales y no por la suerte de estos pueblos. Y lo mismo acontece con los organismos prestamistas multilaterales, medios financieros de las grandes naciones.

Promotores de los derechos humanos han creado organismos para la denuncia internacional de las violaciones a esos derechos. El derecho a la vida no solamente se viola cuando un agente de un Estado Nacional le parte el pescuezo a uno de sus connacionales. El derecho a la vida está violándose cada día porque la inequidad económica mantiene en la inanición a miles, tal vez millones de personas. Ellos sobrevivirán porque Dios los protege, y lo magro de su ingesta, generalmente a base de alimentos cargados de carbohidratos, los hace crecer.

Los confundiremos con uno cualquiera de aquellos que amasan, año por año, el 12.6% de crecimiento de las economías. Sin embargo, cuando les ofrezcamos una oportunidad de estudio o trabajo, notaremos las deficiencias. Aquellos a quienes su derecho a la vida no les fue enaltecido, desarrollaron un cerebro con taras neuronales. La comprensión de órdenes, destrezas que dependan de conocimientos intelectuales, y otras enseñanzas, tardarán en percibirse.

Ellos, en buena medida, fueron condenados a la muerte en vida. Y todo porque hay administraciones que distraen el grueso de los ingresos del fisco, en futilidades diversas, empleomanía abultada y la consabida corrupción. Ignoran, sin duda, que los presupuestos públicos son instrumentos que adecuadamente manejados, impulsan los sistemas económicos hacia el desarrollo.

Condenados a esa muerte en vida que nadie denuncia con la pasión que se denuncian otras agresiones, están quienes viven por debajo de la línea de la pobreza. Pero, ¿y quienes, sin encontrarse en los estratos superiores de la economía, se encuentran ligeramente sobre los pobres sempiternos? Estos, los que son parte de una enflaquecida clase media, vienen sufriendo los embates de los gravámenes al consumo y a los servicios. Se les ha entregado un helado en palito al eximirlos del pago directo del impuesto a la renta. Pero esta exención no representa, en el mejor de los casos, sino un 5% del ingreso.

En cambio, se les esquilma por los demás mecanismos de la imposición que se han ideado, sobre todo, en las administraciones dilapidadoras de los recursos públicos.

Es por eso que pienso ir a la policía. Porque si es verdad que la economía ha crecido ese 12.6% del que se habla, quiero saber quién se ha llevado mi parte. No ya de lo que se ha crecido sin que yo lo sienta, sino de aquello que percibo al valor monetario nominal y que, sin embargo, se ha reducido en los últimos dos años en un 23.7%.

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