“¿Quién dicen los hombres que es el hijo del hombre”

“¿Quién dicen los hombres que es el hijo del hombre”

La cita bíblica del apóstol de Jesucristo, Mateo, debe ser tarea de ejercicio espiritual, de jornada psíquica, de interpretación cabal, en procura de mejorar nuestra conducta ante Jehová, ante nosotros mismos y ante la sociedad, de la que estamos constreñidos a ser sus beneficiados por nuestro correcto proceder.

Es una cita que debe concitarnos a la práctica en políticos que aparentan creer y trabajar para sus países, y solo lo hacen para satisfacer sus caudalosos egos, que deniegan en la práctica aquella añeja y hoy pasada de moda consigna de “Servir al partido para servir al pueblo”, que acuñó aquel luminoso patriarca de las letras auríferas y la acrisolada honestidad tan vertical como plomada de albañil.

Aquel patriarca de la vida sencilla, que rechazó el oropel y los bienes concupiscentes, que pierden a casi todos los hombres sin importarles sus semejantes, a quien fue menester obsequiarle al final de su fructífera existencia, un techo para guarecerse de las inclemencias de la intemperie, viviendo siempre en techos prestados, como lo conocí, como me cautivó, como lo aprecié y contertulié con él, hasta que nos distanciamos porque ¡ay!, en él la disención no era confrontación de pareceres, sino enemistad.

La interrogante que intitula esta entrega a HOY es extensiva a padres y madres que desconceptualizan los parámetros psíquicos de sus hijos al no corregirlos en el momento propicio y requerido, sino sobre protegerlos, en la falsa creencia de que así los quieren más, cuando lo que consiguen es formar ineptos y parásitos sociales.

Sumergirnos en esta interrogante del Nazareno Divino, y aportar a nuestros semejantes, conforme fue su prédica, que lo condujo al Gólgota para redimirnos de nuestras pestilentes lacras humanas.

 

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