¿Quién dijo que no se van?

¿Quién dijo que no se van?

A principios del decenio de 1970 se popularizó un merengue del grupo de Johnny Ventura, que aseveraba que el tabaco es fuerte pero hay que fumarlo. La expresión, alusiva al amargo de la solanácea, no tenía nada que ver con el hábito de fumar. Y aunque lo tuviese, la gente pronto vinculó la tonada con la situación política, habida cuenta de que acababa de producirse la primera reelección del Dr. Joaquín Balaguer.

El crecimiento económico era evidente, y si bien la atmósfera política estaba enrarecida por persecuciones e inexplicables crímenes, amplios sectores respaldaban al régimen. Era evidente que lo afirmado por el canto surgido en aquellos días reflejaba, por tanto, la resignación y también la realidad del panorama nacional. Pero hacia 1978 este ambiente lucía plúmbeo. La cada vez mayor participación de militares en asuntos propios del partido de gobierno modificó la visión sobre el régimen en amplios sectores del país.

Muchos aliados en todos los niveles decidieron hacer mutis de un escenario en donde ya no eran sino actores secundarios. Decisiones vitales sobre escogencias de candidatos o procedimientos de acción y propaganda políticos, las tomaban altos oficiales. Rafael Solano compuso un merengue que seguía la línea de la tradición musical en este género, con un estribillo que pedía «váyase en paz, mi compadre, váyase en paz».

De igual modo en que se afirmó casi un decenio antes que el tabaco había que fumárselo, ahora amplias mayorías sentían que el compadre, ciertamente, debía irse en paz. Y se fue.

Pero hacia 1986 Balaguer ripostó en la voz de Joseíto Mateo. La campaña de este año se matizó con dos pegajosos merengues, uno de los cuales sostenía el estribillo «¿quién dijo que no se van?». El propio candidato solía pedir que en las caravanas terrestres se reprodujera esta pieza musical en instantes en que se entraba a pueblos y ciudades. La añoranza por un crecimiento económico hecho añicos se sintetizaba en este merengue, así como en otro que afirmaba que al cantante lo llamaban «colorao». Ambos, con música atractiva, se hicieron populares más allá de los cuadros del reformismo.

La expresión «¿quién dijo que no se van?» aludía a la tozudez nada oculta de una administración que recurría a todo tipo de argucia para permanecer en el solio. No eran escaramuzas visibles, pero eran inocultables a la vista de todo aguzado observador. El intento de enfrentar a seguidores reformistas y perredeístas del licenciado Jacobo Majluta en Boca Chica, por ejemplo, fue uno de esos intentos que cerró con la vida de siete dominicanos caídos. Y la locura escenificada frente a la Junta Central Electoral, transcurridos los comicios, fue otro de esos vanos intentos. Cabía la pregunta del cantante, que proyectaba una inquietud generalizada.

Ahora ha surgido otra composición popular que tiende a reproducir el impacto de aquellas, y a reflejar el ambiente de rechazo a la reelección del Presidente Hipólito Mejía. «E`pá`fuera que van», afirma la reiterativa frase en una de esas modernas composiciones musicales que son mezcla de tonadas criollas e internacionales. Todavía no tiene la popularidad que alcanzó la composición de Solano en 1978 o de Mateo en 1986. Pero retrata el sentimiento de amplios sectores de la opinión pública.

A que se constituya en expresión popular contribuyen no pocas disposiciones oficiales, como aquella que aplica el impuesto a las transferencias de bienes industrializados y servicios a los enlatados. Surgida de la manga de un mago, la disposición resucita aspectos de una ley que permanecían guardados y merecían que se hiciesen surgir en período más bonancible. Pero de aplicación a partir del primero de abril, no hace sino enardecer aún más un electorado que presenta una tasa de rechazo hacia la reelección del Presidente Mejía, que ronda el 70%.

La música popular, evidentemente, no determina el voto de las gentes. Pero ciertas composiciones, como éstas a que aludimos, reflejan expresiones de la opinión pública. Como muchas otras formas del arte popular y culto, son retratos del ambiente social, político, económico, cultural o religioso de un pueblo, en un instante determinado. Tal vez hacia las diversas tendencias de esa música debamos mirar quienes hacemos vida pública, al intentar saltos que, evidentemente, constituyen maromas inauditas.

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