¿Quién es el corrupto?

¿Quién es el corrupto?

Desde el controvertido caso contractual Sun Land, sentenciado por la Suprema Corte de Justicia, presidida por el notable Jorge Subero Issa, a favor de la institucionalidad, hasta el reciente oleaje de “denuncias de corrupción”, se sabe que el objetivo no era, ni es, el Senador Félix Bautista: era, y es ahora, el Presidente Leonel Fernández, a quien el sector dominante del PRD, que dirige su candidato presidencial Hipólito Mejía, junto a opinantes mediáticos bien situados, aspiran a deshonrar, perseguir y hasta apresar, si lo permitiesen las circunstancias.

Tampoco  ahora el señor Bautista es el objetivo. La verdad y su defensa no importan. El objetivo es Danilo Medina, el candidato presidencial del PLD, a quien pretenden desacreditar, pues su reputación se yergue incólume e inexpugnable y es dado favorito  en las encuestas acreditadas del país.

Al hablar de pulcritud en el manejo de los fondos públicos, es un absurdo comparar los grados de corrupción de un líder que ha gobernado tres periodos, contra un dirigente que precariamente permaneció uno. El largo ejercicio paga un alto precio.

Y debido a que se debate la corrupción política a la luz del presente torneo electoral, ¿por qué no determinamos quién es el corrupto entre los candidatos que polarizan esta elección?  ¿Hipólito o Danilo?

Mejía tendría que  explicar “el incremento inusitado de su fortuna personal”, conforme a una denuncia del doctor Marino Vinicio Castillo, en el sentido de que estaba en quiebra cuando ganó la elección del año 2000, que dos años después declaró un patrimonio de dos o tres millones de dólares y que ahora se declara  multimillonario capaz de autofinanciar su campaña; que remodeló suntuosamente su vivienda privada y compró  otras, mientras la economía nacional colapsaba.

En cuanto a Danilo, parece que en asuntos de corrupción no ha podido ser tocado ni con el pétalo de una rosa.

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