¿Quién es el señor Schmitt? Excelente puesta en escena en la Ravelo

¿Quién es el señor Schmitt? Excelente puesta en escena en la Ravelo

Asistimos a la Sala Ravelo del Teatro Nacional con gran curiosidad, nos llamó la atención el título de la obra del dramaturgo francés Sébastien Thiéry, “¿Quién es el Sr. Schmitt?, y decidimos ir a descubrirlo.

Inicia la función, la hermosa y funcional escenografía creada por Tracke Stage, nos recrea el apartamento de los esposos, Carnero, -interpretados por Patricio León y Laura García Godoy, donde tiene lugar una aparente tranquila cena familiar, pero el sonido del teléfono lo cambiaría todo.

Les sorprende la llamada, pues ellos no tienen teléfono en su apartamento. El señor Carnero, indeciso, descubre el teléfono y contesta, le preguntan por el señor Schmitt que él dice no conocer, le insisten que es él, inicia el calvario, todo cambia, es diferente, no reconocen los objetos del hogar, nada les pertenece, o sí.

Cuando los esposos abrumados pretenden salir del hogar, y sus llaves no pueden abrir la puerta, el pánico se apodera de ellos, están en su casa o en la casa del Sr. Schmitt, acaso están locos, quienes son, ¿Quién es el Sr. Schmitt?

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La llegada del policía, desconcierta al señor Carnero, al entregar sus documentos se da cuenta que no está en su país, ¿dónde está? se asombra aún más, la situación se torna desesperante, todo le parece irreal, lo que lo lleva a enfrentar su propia existencia.

Otro personaje que incide en su angustia es el psiquiatra, cuyos confusos métodos lo llevan a la desesperación y cavila, que es lo real o la ficción. Lo que inició como comedia se convierte un laberinto existencial.

El actor Patricio León, como el supuesto señor Carnero, o el Señor Schmitt es el eje, lleva el peso de la obra con verdadero acierto, va evolucionando, su capacidad histriónica lo lleva a pasar del absurdo de la situación a la ira, a la enajenación, matizando cada momento con dosis de humor, provocando la risa contagiosa, hasta llegar finalmente a un precipicio sin retorno.

El personaje de la esposa, la señora Carnero o Schmitt, es interpretado con inteligencia por la actriz, Laura García Godoy, dotando al personaje de una ambigüedad serena, y un tanto misteriosa por momentos. Con esta excelente interpretación, la actriz regresa a las tablas.

Dos personajes, el policía y el psiquiatra, partes de la absurda encrucijada, son interpretados por un mismo actor, Noel Ventura, a cada uno de personalidad diferente y lúgubre presencia, le imprime un sello particular con pinceladas de humor, que se decantan con su cantarina voz.

Eliot Caduco interpreta un personaje fugaz, es el hijo, ¿De quién? Su presencia supone un cambio de actitud en la pareja. Una figura asoma con gesto amargo cual carcelero, solo abre y cierra la puerta, pero no pasa desapercibida, es parte de la encrucijada y nos sorprende al descubrir que se trata de la gran actriz Elvira Taveras.

Todos los personajes incluyendo el oculto de la llamada, van convirtiendo el hogar en un lugar desconocido para los esposos, o es que sin saberlo son el señor y la señora Schmitt.

Esta obra nada convencional, de contenido ambiguo y giros sorprendentes, nos lleva de la comedia a la tragedia, convirtiéndose en un “thriller” de suspense, cargado de ironía, humor y tensión; la expectativa mantiene absorta la platea, el absurdo con sus rasgos existenciales es la esencia, por momentos pensamos que estamos frente a una obra de Ionesco o Becket.

La escenografía, resultado de una concepción semiológica de la puesta en escena, creada por Tracke Stage, recrea el apartamento, hermoso en su simplicidad, con detalles como los cuadros, que la eficiente tecnología va cambiando.

La puesta en escena, dirigida por el eficiente y creativo Manuel Chapuseaux, logra trasponer la escritura dramática del texto en escritura escénica, capaz de “proyectar en el espacio lo que el dramaturgo solo ha podido proyectar en el tiempo”.

Uno de los grandes logros de un director es la escogencia de los actores para los diferentes personajes, este sería su primer gran logro. En una especie de espiral las escenas se suceden, el director pauta el ritmo adecuado, manteniendo al espectador estupefacto.

El diseño de luces del propio Chapuseaux, va enfatizando cada escena, disminuyendo apropiadamente en la escena del fatídico final.

No he descubierto al Sr. Schmitt, ¿acaso es una metáfora de nuestro propio desconocimiento? Les invitamos a descubrirlo asistiendo a esta excelente obra, y a la vez disfrutar del buen teatro.

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