¿Quién le pondrá fin a esta anarquía?

¿Quién le pondrá fin a esta anarquía?

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
En los últimos años, la mayoría de los jefes de la Policía Nacional han querido vender la idea de que su mayor empeño debe centrarse en combatir la delincuencia y la violencia contra la ciudadanía olvidando, tal vez, una de las tareas que la mayoría de los agentes de otros países se empeñan en mantener en estricto orden, que es el concerniente al tráfico vehicular, tanto en las ciudades como en las carreteras y autopistas del Estado.

En nuestro país, el caos existente tanto en las grandes ciudades, en donde los denominados «padres de familia» son los amos de calles y avenidas, hasta en las carreteras, en donde las patanas y los grandes autobuses circulan a su antojo por el carril izquierdo, haciendo caso omiso al que indica que deben trasladarse por el derecho.

Uno de mis últimas entregas hacía mención al endiablado sistema que tienen los que conducen motocicletas al servicio de colmados, pizzerías y farmacias, los mal llamados «deliverys», que en su afán de llegar lo más expeditos posibles se suben por las aceras en detrimento de los peatones, hacen zig zags en las calles, y lo más peligroso de todas sus maniobras, circulan en sentido contrario en calles y avenidas que por mucho tiempo han sido declaradas de una sola vía.

Los policías que de vez en cuando se estacionan en intersecciones de las llamadas de tránsito intenso, se hacen de la vista gorda cuando, tanto motocicletas como vehículos, especialmente los denominados del «concho» o las causantes de los peores embrollos, las «voladoras», y no los multan cuando cruzan la luz roja en los semáforos. Además, qué puede hacer un agente de la Policía o un miembro de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), cuando está prestando servicios a pies. Se impone que en las principales vías los agentes del tránsito tengan motocicletas potentes que puedan dar alcance a los infractores, tal y como lo hacían hace un tiempo, porque ya dejaron de hacerlo con los conductores de motocicletas y camiones que en franca violación de la ley, circulaban por los elevados y por lo túneles.

Estamos conscientes de que el nuevo jefe de la Policía Nacional, el compueblano Rafael Guillermo Guzmán Fermín, tiene intenciones de acabar con todos estos desmanes, pero él por si solo no puede llevar a cabo esta titánica tarea. El problema es de educación. La mayoría de los agentes de tránsito no saben que deben circular por la derecha cuando se encuentran en carretera y que sólo se debe utilizar el carril izquierdo para rebasar. Hemos visto vehículos de patrullaje con policías circulando todo el tiempo por la izquierda y que cuando los camiones y vehículos que circulan lentamente ocupan ese carril no les llaman la atención o le imponen una multa. Si estos agentes fuesen entrenados por la guardia civil en España, o se trajeran unos cuantos instructores de la antigua Madre Patria, los conductores tendrían que someterse a lo establecido en la Ley de Tránsito Terrestre.

Mientras no exista, y lo volvemos a repetir, un cuerpo policial semejante al que creó el extinto Ney Nivar Seijas cuando fue jefe de la Policía que no les importaba el parentesco con políticos, militares, jueces o empresarios para detener a los que violaran las leyes de tránsito, no se respetaran las señales, verdadero desperdicio de recursos. Es preciso decirle a un «padre de familia» que detiene su vehículo en una intersección o en un lugar en donde existe un letrero de «No Pasajeros» que la ley, si se infringe, debe cumplir con las penalidades que tal violación implica.

Los conductores de motocicletas que circulan de noche sin luces traseras o tres o cuatro en una moto circulando en sentido contrario, por ejemplo desde La Represa hasta el kilómetro 40 en la autopista Duarte, deberían ser advertidos que si se origina un accidente por carecer de luz trasera, los jueces, en lugar de condenar al que los embiste, debería condenarlos a ellos, ya que muchas veces el conductor queda deslumbrado por las luces contrarias, y si la motocicleta no lleva luz trasera, no lo vislumbra hasta que lo tiene prácticamente sobre su defensa delantera.

Los accidentes de tránsito, por imprudencia de los conductores al violar las señales indicativas o los semáforos, causan tantas o más muertes que los asaltos y, sin embargo, al asaltante se le considera un criminal y al que viola la ley y causa un accidente mortal solo se le denomina «un conductor temerario». Si analizamos los resultados, las muertes tienen el mismo efecto y deberían ser penalizados ambos como criminales.

En este año que comienza, esperamos que tanto la Policía Nacional, los agentes de AMET, la policía turística y hasta la municipal, entiendan cuál es el papel que deben desempeñar en la sociedad como auxiliares de la justicia, y si no conocen sus obligaciones, que se impartan cursos de adiestramiento para poner fin al colosal caos del tránsito terrestre en todo el territorio nacional. El señor Presidente de la República deberá declarar un período del año en el cual se instruya a los responsables del tránsito vehicular, que repartan folletos, afiches y recordatorios de las leyes que deben ser observadas por los conductores. Tal vez así, los llamados a preservar el orden público, tomen conciencia de sus obligaciones.

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