¿Quién mató a Melchor Contín?

¿Quién mató a Melchor Contín?

MARIVELL CONTRERAS
Rabia e impotencia son las emociones que obnubilan las almas de las personas que tuvimos la oportunidad de conocer de cerca la historia de cómo Melchor Contín perdió su vida a manos de un criminal despiadado. Para entender nuestras razones hay primero que establecer quién era Melchor Contín y cuáles son las referencias que se tienen de su asesino.

Melchor era ejecutivo de ventas del Bulevar de la 27, por tanto nuestro compañero de trabajo. 

Lo conocimos hace poco más de un año cuando llegó con su sonrisa franca, su espíritu colaborador y su excelente disposición para trabajar en equipo y para lidiar con los distintos temperamentos masculinos y femeninos que convergen en las oficinas públicas.

En principio no estaba tan cerca de nosotros, pues trabajaba directamente con Sheila Acevedo en su departamento de Mercadeo, pero finalmente terminamos siendo más cercanos que simples compañeros de trabajo.

El recuerdo que me llega a la memoria es el de ese día de mi cumpleaños en que afanoso se unió a la organización de una divertida y emotiva sorpresa en mi oficina.

Bailamos y brindamos por la vida y por la coincidencia.

Unos días más tarde tuvimos que sufrir su muerte aciaga y estuvimos a punto de reventar de dolor, no solo por su muerte, que todos vamos para allá, sino por lo inoportuno y lo cruel del hecho.

Melchor estaba feliz en esos días pues se iba de vacaciones.  Estaba feliz porque después de nueve años de intensa y desesperada búsqueda su amada esposa Emma estaba embarazada. El miércoles en la tarde fue a la oficina de doña Carolina Rodríguez la directora de personal a pedirle que le confirmara cuándo salía y a contarle que viajaría a Nueva York y que allí compraría todo lo de su niña.

Se despidió con la caballerosidad que acostumbraba; cuánta atención llamaba su esmerada formación de hogar y su forma respetuosa de relacionarse de los demás.

Salió del bulevar alrededor de las 4:30 de la tarde y se fue a continuar trabajando.  Fue a distribuir las tarjetas de llamadas que vendía y al parecer en el primer lugar que visitó, encontró el mal que está aniquilándonos poco a poco.

Estaba de espaldas en su carro, iba a sacar su maletín cuando escuchó una voz joven que le decía “esto es un atraco” y él, que no podía creerlo, diciéndole que no relajara. Miró al jovencito y se volteó confiado a buscar su maletín.

Ahí recibió el primer disparo y ante la realidad vivida, pidió que se lo llevaran todo y que no lo mataran arguyendo el tema de su vida: “mi mujer está embarazada, no me maten, que quiero conocer a mi hija”.

Y la furia y la maldad reacciono con otro disparo a quemarropa, tomaron su maletín –con dinero en efectivo y tarjetas de llamadas– y lo dejaron tirado.

Los vecinos reaccionaron cuando Melchor pedía que lo llevaran al médico, que era un hombre de trabajo, que no lo dejaran morir y volvió a comentar el esperado nacimiento de su pequeña hija.

Eran apenas las 5:30 de la tarde. El sol aún no se había escondido y el gran amor de Melchor a su familia lo mantuvo vivo. Le permitió llegar a la clínica y reiterarle sus razones para vivir a los médicos.  Diez infartos, mas sus pulmones anegados de sangre y su hígado destruido le mermaron las fuerzas a su espíritu valiente.

La historia del que lo mató. Es completamente opuesta. Es la historia del desamor (mató a su propia madre) y la injusticia de nuestro sistema judicial y carcelario (hacía 12 días que estaba en libertad).

Me dicen que es apenas un muchacho, Cara Blanca: con arma y sin alma. Uno que se encegueció mucho más cuando escuchó el amor brotando de los labios de Melchor. La idea de una mujer embarazada. La esperanza de un padre que solo quería recibir en brazos a su hija…

La siguiente pregunta sería quién es el o la culpable del odio del muchacho y a quién debemos acusar por la despiadada muerte del valioso ser que fue Melchor Contín Peguero…

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