¿Quién mató al comendador?

¿Quién mató al comendador?

Como una jugada irónica de esas a que nos tiene acostumbrada la vida, exactamente cuando se cerraba el telón de las celebraciones por parte de instituciones gubernamentales y entidades civiles -y hasta de políticos precandidatos presidenciales- del Día Internacional de la No violencia Contra la Mujer se produce un hecho de violencia intrafamiliar cuyas características ha conmovido a la sociedad en su conjunto.

Como para «complacer» a los homenajeados de ese día esta vez el resultado no es el tradicional, donde la mujer y los hijos son los abusados por el macho-hombre -por lo cual las estadísticas ofrecen el récord nada envidiable en lo que va del año más de 130 mujeres asesinadas en violencia intrafamiliar-, sino que se volteó la tortilla, y las víctimas pasaron a ser los victimarios, y el victimario pasó a ser la víctima.

Todo este happy end trágico, donde hasta la Policía Nacional ha perdido la debida cordura que en otros casos lleva al extremo de no ofrecer informaciones, para que no sea el inicio de una línea de conducta social, donde por falta de justicia los afectados la toman por sus propias manos, y donde, aunque el crimen no tiene características de «asesinato múltiple», en término de víctimas físicas, sí lo es porque además de haber un muerto físico, hay dos jóvenes menores de edad matados en su psiqui a temprana edad, cuando fueron actores principales del complot familiar para asesinar a su propio padre.

La muerte del arenero sancristobalence José Castro «ajusticiado» por un complot de la esposa, dos hijos menores y la trabajadora doméstica, por los actores participantes, trama confusa, y hasta por la evidente marcada posición policial y del ministerio público local, parece más bien una de esas magistrales novelas de suspenso de la genial escritora Agatha Christie, o por su contenido trágico-cómico una farsa teatral del Medioevo español, donde se haría la conciencia del espectador por medio de situaciones jocosas e hilarantes.

La trama del crimen de Madre Vieja, San Cristóbal, adquiere una atmósfera más dramática cuando según la explayada versión policial -los familiares complotados deciden poner fin a varios años de tribulaciones y maltratos físicos, y en la tarde del martes 25 de noviembre se reúnen, entregan a la doméstica Elisa Deidania González Jiménez el arma de fuego que en horas de la noche ejecutaría el tiranicidio padricida.

El magnate arenero Castro cometía abusos tan horripilantes como herir con disparos en el muslo y con la «cacha» de la pistola uno de los hijos maltratados; lanzar a la esposa por el balcón desde una segunda planta; amarrar a los hijos junto a los perros de su propiedad; romperle el brazo a uno de los hijos, y luego el otro, sin darle asistencia médica, lo que provocó que los huesos soldaran mal, uno encima del otro, lo que obligó a operar al joven de los dos brazos.

(Con un prontuario criminal como el exhibido por el magnate arenero, cuya fortuna ascendía a más de 200 millones de pesos, y con negocios de materiales de construcción casi en toda la geografía nacional, si en San Cristóbal hay dos o tres poderosos señores de horca y cuchillo de esta estirpe no hay que ir muy lejos para saber de qué sector provino el crimen impune del periodista Daniel Martich, quien era un defensor de los recursos naturales, sobre todo, denunciaba a los areneros que extraen de los lechos de los ríos este recurso no renovable, para enriquecerse con el criminal negocio).

La complicidad de la Policía y del ministerio público local -por inercia- queda demostrado por todas las evidencias que ellos mismos han aportado sobre el maltrato físico a que sometía a la familia el «ajusticiado» comerciante arenero, y por las 22 denuncias-querellas que la esposa puso en la Policía, y a pesar de estas pruebas-agravantes el poderoso abusador continuaba suelto, abusando más contra la esposa e hijos menores.

Este trágico caso nos trae a la memoria el drama histórico del teatro del Siglo de Oro español, Fuenteovejuna, del grandioso poeta y comediógrafo Félix Lope de Vega y Carpio. La trama gira en torno al comendador del rey, quien era un implacable y represivo recaudador de impuestos -igual que ahora-, por tal motivo fue ajusticiado por el pueblo.

El procurador de justicia, en sus indagatorias del crimen, pregunta a los aldeanos: «¿Quién mató al comendador?» Los aldeanos a coro le responden: «Fuenteovejuna, señor». El procurador más curioso e inquisidor pregunta: «Y quién es Fuenteovejuna?» El coro le contesta: «El pueblo a una».

Publicaciones Relacionadas

Más leídas