LUIS SCHEKER ORTIZ
El vuelo AA780 con destino a New York está a punto de llegar. El avión se acerca a la pista y coletea. Una lluvia torrencial cae sobre la Gran Ciudad y lo sacude. Amenaza el esperado Juego del Recuerdo.
El primer domingo de septiembre de cada año, los peloteros dominicanos (Old Timer, 1950-1970) residentes en NY, esperan ansiosos ese día. Es el día de la amistad renovada.
Del pasado que retorna con aires de juventud. De las Viejas Glorias deportivas.
Ellos se enfunden en sus uniformes perfumados de recuerdos y revitalizan sus cuerpos, ya envejecientes. Se pasean orondos por el diamante del InwoodPark, en la 207 St. en Washington Hight, un verdadero hervidero criollo.
Rafael Herrera, reportero periodístico, Director Ejecutivo de los torneos Liga del Cine – Liga del Ozama, es el organizador del evento. Nos recibe en el aeropuerto JFK y nos transporta al Hotel Pennsylvania. Dentro de su natural optimismo, luce preocupado. Meteorología no juega. Vaticina mal tiempo. Parece no importarle el celebrado encuentro. No le importa el esfuerzo realizado por sus organizadores, mucho menos el largo viaje de miles de kilómetros que hemos hecho para cumplir una vieja promesa. Sería una lástima. Para asombro de todos, el domingo amaneció esplendoroso. Un sol radiante. Las compuertas del cielo, por el momento, se habían cerrado. Tomamos el subway y llegamos puntualmente a la cita. Una enjambre de mocanos, veganos, santiagueros, puertoplatenses, medio Cibao, dicharachero, bullicioso, hospitalario nos muestra el camino. El estadio está repleto de viejos compañeros de la Liga del Mundo (Achú Pérez, Mala Cara Ramírez, Juan Reid, Alejandro Prensa, Juan de Dios, Silvio, Barriguilla) Caras risueñas nos saludan, rodeados de niños y familiares. Prudencio Leonardo evoca los años de su fundación.
Las figuras del Mago Frías y de Armandito Germán, Inmortal del deporte, se hacen presente en este reinventado Molinuevo Park que se engrandece con el encuentro de Chico Conton, Bolívar Hinojosa, Angel Rijo, Blas Guzmán, Antulio Martínez, el play de la Normal y el Estadio Quisqueya. Al inmortal Chery Persia un masajista con linimento y manos mágicas le frota su cuerpo. César Krawinkel me pide una entrevista que alcanza el inicio de la ceremonia, emotiva. La bandera tricolor ondea. Todo transpira dominicanidad.
El himno de las barras y las estrella es seguido por el de Quisqueya que en alta voz cantan los corazones conmovidos pensando en la Patria de Duarte, nunca más cerca que en la lejana distancia. La invocación. El minuto de silencio. La entrega de diplomas, medallas y trofeos. El discurso de orden. El lanzamiento de honor y play ball. Se inicia el partido. Se extiende a extra inning. No importa el final. Quien gane o quien pierda. Es una fiesta de recordación. De fraternidad donde todos son triunfadores.
Paulo Herrera Maluf, coordinador general, que me acompaña con Raulina, me señala que tenemos otro compromiso. Participación Ciudadana nos reclama. La Alianza Dominicana, nos espera. Trabajar por la Patria no tiene fronteras.