¿Quién nos irá a defender?

¿Quién nos irá a defender?

MIGUEL SANG BEN
El 24 de diciembre del 2007 se marcará en la historia de la profesión económica dominicana porque «nació» a la vida del espíritu cuando su cuerpo material fue sepultado en el cementerio de los jesuitas en Manresa-Loyola, el doctor José Luis Alemán Dupuy. Monseñor Arnaiz, su compañero jesuita, dijo que lo conoció desde estudiante en 1945, allá en el Colegio de Belén, en La Habana; yo, por mi parte, le conocí desde 1969 cuando estudié economía en el campus de Santiago de la entonces solamente Universidad Católica Madre y Maestra, y ahora, como Pontificia en el Recinto Santo Domingo en calidad de profesor bajo su dirección en el Departamento de Economía. Evidentemente, mi relación con el Padre Alemán fue más con el economista, porque, siendo sincero ahora, nunca me acerqué con tribulaciones espirituales o consejería pastoral.

Pero su marca de que «el economista debe ser más que economista para ser un buen economista» era un verdadero estigma que se notaba en sus largos artículos semanales que por años escribiera en este periódico HOY y que tengo en mi conciencia profesional de economista.

En consecuencia, debemos puntualizar varios «puntos» del quehacer profesional del Dr. Alemán en tanto economista. Aunque en mis tiempos de estudiante, en el curso de «Macroeconomía» y estudiando el mismo texto de Keynes, el uso de las matemáticas por el profesor Alemán era con la nomenclatura en griego que él dominaba por sus estudios clásicos. Pero, los minimizaba al insistir en el marco lógico de la economía y se escudaba en el ejemplo de Joan Robinson. En consecuencia, fue un profesor que dominaba las matemáticas pero no se supeditaba a ellas.

Aunque, allá en los años setenta, Alemán se proclamaba estudioso de Joseph Alois Schumpeter y podíamos auscultar las posiciones libremercadistas de su pensamiento económico, sus observaciones siempre venían puntuadas por la frase: «siendo mejor discípulo de Carlos Marx», y comenzaba a indicar una crítica social a cualquier teoría del desarrollo capitalista que estuviera en discusión. Deberíamos haber conocido que antes del Doctorado en Economía en Frankfurt, el Padre Alemán obtuvo una maestría en sociología, lo que hacía más dúctil su pensamiento.

Pero la sutileza de su pensamiento no provenía de la educación soberbia (ya que nos confesó en un Seminario sobre «Tecnología y Recursos Naturales» que él tenía 21 años de educación universitaria), si no de su constante lectura del pensamiento económico novísimo. Él, para indicarme la bibliografía para una asignatura de maestría, que no llegué a impartir, sobre «Políticas Públicas» (que es mi especialidad en Chicago), me mostró la literatura que estaba leyendo de autores italianos sobre el tema; haciéndome encoger los hombros porque el tema lo tenía «archivado» hace tres años que por encargo del Programa de Educación Cívica escribí un manualito de divulgación.

Además, el Padre Alemán tenía una suspicacia para dar «boches» profesionales y, lo más interesante, eran públicos. Su columna, que era una extensa página del periódico HOY, discutía los temas más diversos señalando las críticas más incisivas pero dentro de la visión del proceso de políticas públicas que hacían darle racionalidad a los dislates más soberbios de política económica.

Esta capacidad teórico-práctica se hizo más evidente desde que a partir del año 2001 impartía el módulo «Política Económica para el Desarrollo» en la Maestría de Seguridad y Defensa de la Escuela de Graduados de Altos Estudios del Instituto Superior para la Defensa de la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas. Había que ser muy inteligente para entender la crítica a la política económica y los condicionantes que el entorno globalizador le imponía a los tomadores de decisiones del Gobierno Dominicano. Es el realismo por encima de la ideología y de los partidismos.

Por lo tanto, ya que se nos ha ido el Dr. Alemán, ¿quién podrá defendernos? ¿Quién ocupará su lugar de mente sosegada y ecuánime en el ambiente altamente politizado y partidarizado de la política económica dominicana? Tal vez nos quede regresar a los textos del economista Alemán para descubrir que el secreto de la política pública está en la ética, como él me indicó al decirme hace veinte años sobre la obra de Amartya Sen. Sin temor a equivocarme, deberíamos comenzar a estudiar a Alemán como el economista hindú que se dedicó a estudiar las razones de inequidad económica en palabras de cómo se genera la pobreza, para eliminarla de la faz de la Tierra. No dudo que el Dr. Alemán se identificaba con este objetivo de la economía en tanto ética social.

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