La meta de la democracia es parar el exceso de poder que posee un sector para crear un contexto social con más equidad y más oportunidades. La democracia no se limita al proceso electoral que nosotros ejercemos cada cuatro años; es más amplio que ir a las urnas de votación y elegir un candidato.
La República Dominicana arrastra un comportamiento social que alimenta la práctica y el empoderamiento de un sector que se comporta como la nobleza; de hecho, el mismo pueblo a adoptado la creencia de que solo un sector puede gobernar y disponer del destino de todo el pueblo dominicano. Es ahí, que los partidos convencionales se aprovechan de esta situación y se han adueñado del Estado dominicano, se creen que ellos son los destinados a reinar y a decidir, olvidando que el pueblo dominicano depositó la confianza en ellos.
Una gran parte de la población dominicana, entregó a las estructuras políticas el poder de decidir y generar cambios sustanciales; entonces, no es sólo los partidos políticos quienes se aprovechan de la mediocridad política, también el pueblo se ha conformado a vivir en una mentira que nos envuelve a todos y que solo genera inestabilidad, pobreza, falta de empleo y una educación escolar que depende de un partido y no de un plan estratégico. Es como que “el pueblo dominicano se siente bien”, a patentizado la corrupción. Claro, debemos aplaudir las últimas manifestaciones que han servido de ánimo y han provocado un despertar en la juventud y en la clase media; pero no debemos tener temor a la dura realidad de que el sector de clase baja es el que decide e interviene en las votaciones, vendiendo y comprando los votos, y lo triste es, que este sector es la mayoría.
Esa mayoría, la clase pobre, es la que adula de forma exagerada a una nobleza que ellos mismos han fabricado en su mente; digo que han fabricado, porque la realidad histórica nos otorgó el poder para decidir y cambiar lo que está creando caos, tenemos la capacidad de hacer cambiar las cosas, pero algo nos impide dar ese salto, podemos decir que ese algo es la ausencia de un modelo a seguir, somos un país que nació en un contexto de corrupción, donde no hemos tenido un Estado que esté por encima de los partidos, y tenemos la presencia de un pueblo que cree que ser pobre es una virtud, existe un conformismo que muchas veces es sustentado por creencias teológicas, pero que no son parte del plan de Dios.
Cuando un pueblo está ciego se requiere un líder que gobierne para la mayoría, que pueda estar por encima de los intereses de su propio partido, que no vea lo normal como algo natural. Algunos dicen que esto no lo cambia un líder, que debe existir un equipo; diferimos, los grandes cambios se inician en la mente de un líder con coraje, sano y que ame la democracia, luego muchos se unirán a ese sueño y pasión.