¿Quién paga el
“espacio pagado”?

¿Quién paga el<BR>“espacio pagado”?

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
j.baez@codetel.net.do 
Recientemente conversé en mi programa de televisión “La Silla Roja” con el importante político Hatuey Decamps, presidente del Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) y candidato vicepresidencial de la “Cuarta Vía”, acerca del incidente ocasionado por la publicación como espacio pagado en un periódico de una opinión disidente de un juez de la Junta Central Electoral sobre el Partido Nacional de Veteranos y Civiles (PNVC).

El caso del PNVC consiste en una diferencia entre dos facciones que reclaman cada una poseer la legítima representación del partido; una apoya a la Cuarta Vía y otra a la reelección del Presidente Fernández.

A raíz de la decisión de la JCE, que al parecer en lugar de resolver la cuestión disputada determinó la anulación del PNVC como opción electoral, uno de los jueces evacuó una opinión disidente del dictamen, y vía secretaría de la JCE notificó la misma al PRSD.

Luego, el licenciado Decamps pagó al Listín Diario la publicación de la referida opinión disidente, con una reproducción facsimilar del logo de la JCE y la inscripción “espacio pagado”.

Esta publicación motivó al presidente de la JCE a emitir una opinión con juicios bastantes ásperos acerca del licenciado Decamps, aparentemente sin conocer que éste había tomado conocimiento de la opinión disidente por vías legales, como es la secretaría de la propia JCE.

Decamps, fogoso como el que más, respondió con mayor asperidad al presidente de la JCE, pero en una sorpresiva muestra de querer echar agua al vino, al día siguiente apareció en la TV y la prensa abrazado con el propio doctor Julio César Castaños, como si su ríspido intercambio hubiera sido de flores.

Interviene aquí el arzobispo de Santo Domingo, el cardenal López Rodríguez, reavivando un fuego que se apagaba, al criticar sólo a una de las dos partes, en este caso al licenciado Decamps, quien salió hecho una fiera en defensa de su honor que entendía mancillado por el purpurado.

A mí me asombra que en todo este rebulú, no haya resaltado la raíz del problema, que es la mala práctica de una parte de la prensa, de publicar avisos sobre cualquier asunto sin identificar a quién paga los “espacios pagados”. Un mayor celo deontológico de los periódicos nos ahorraría a todos estas macondianas alharacas. El público tiene derecho a saber quién paga los “espacios pagados”.

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