¿Quién se acuerda de Deidania?

¿Quién se acuerda de Deidania?

Durante un reciente almuerzo con el Procurador General de la República, conversaba con ese fino ser humano que es el colega Mario Rivadulla y otros invitados sobre las inconsistencias de la justicia dominicana y nos vino a la memoria el caso de Deidania González, la trabajadora doméstica que participó en la violenta muerte del arenero de San Cristóbal José Castro, junto a la esposa y dos de los hijos de la víctima.

Recordamos que tras una intensa campaña de opinión pública, encabezada por asociaciones femeninas, la señora Miriam  Brito fue indultada en diciembre del 2007, tras cumplir uno de los 20 años de cárcel a que fuera condenada, en lo que sin duda fue un exceso absoluto del tribunal ya que el caso calificaba como defensa propia dada la bestial violencia que contra ella, sus hijos y la trabajadora ejercía la víctima, ampliamente documentada en el proceso judicial, por sus vecinos y hasta en medios de comunicación. Tanto que la señora Brito presentó ante autoridades más de cien denuncias de la violencia de su esposo, sin que nadie la protegiera.

Con Miriam al fin se hizo justicia y hoy atiende a su traumatizada familia, quiera Dios que con mucho éxito. Pero dos años después la trabajadora Deidania sigue presa en Najayo, sin que ni las feministas se sonrojen porque ella solita está pagando aquella indeseada muerte en la que según se testimonió participaron hasta dos de los hijos menores del arenero.

Todavía hay un agravante adicional, y es que era tan generalizada la conciencia de que la trabajadora era doble víctima, ya que también sufría violencia hasta de violación sexual, y como empleada subordinada, que durante el proceso judicial fue libertada en hábeas corpus. Y cuando se pronunció la sentencia que la condenaba a ella a 30 años de cárcel, 10 más que a Miriam Brito, ésta fue arrestada y aquella se fue a su casa, donde vivió sin ocultarse de nadie, hasta que al indultar a la esposa, se acordaron que ella también había sido condenada. Su inocente error fue dejarse entrevistar por televisión y decir que no había huido de nada ni nadie, que simplemente no había sido apresada y vivía con su familia.

El 27 de enero del 2008 en este mismo espacio me publicaron el artículo ¿Quién aboga por Deidania? Apelaba a las autoridades judiciales para que no permitieran la barbaridad de que ella solita, por ser una humilde trabajadora fuera la única que pagara por el deplorable caso. Desde entonces estoy esperando siquiera un pronunciamiento de las agrupaciones de mujeres.

Dos de los párrafos de aquel artículo deben ser reproducidos: “Para que Miriam Brito concertara la muerte de su esposo con la trabajadora doméstica Deidania González y permitiera que se involucraran en la misma dos de sus cinco hijos menores, tenía que estar muy traumatizada. Debió actuar bajo un estado de arrebato, rayando en la pérdida de la razón, en defensa no sólo propia, sino también de sus hijos que padecían por igual la violencia paterna”.

“Es extraño que la trabajadora haya sido condenada a una pena mucho mayor y que la esposa fuera considerada como cómplice, sin que los jueces tomaran en cuenta la relación de subordinación que tenía que haber entre ellas. Si de justicia se tratara, quien diera el golpe fatal era intrascendente, dado el nivel de responsabilidad y conciencia de los actos”.

Es muy probable que a Deidania lo que le faltó fue un abogado que la defendiera y unos jueces que trascendieran las limitaciones de clases sociales y la cultura machista. Porque las dos sentencias fueron barbaridad.

Ahora, que dentro de un mes se cumplirán dos años del indulto de Miriam Brito es una buena oportunidad para reparar la grave injusticia que padece Deidania González otorgándole  el mismo beneficio.    

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