El inspector de Sanidad era un funcionario entrenado, de experiencia, con conocimientos sobre higiene, entre otros. Se ocupaba de supervisar la calidad de los alimentos que se vendían libremente en el comercio. Participaba de la matanza de reses comestibles con el propósito de descartar las que padecieran de alguna enfermedad. Desconozco si actualmente hay un cuerpo de funcionarios calificados que se ocupen de esa tarea de salud pública. Y, de existir, que no sean como los inspectores de Ayuntamientos y de Obras Públicas, que se hacen de la vista gorda sobre la cantidad de acero que lleva una construcción.
Ahora que una firma extranjera ordena recoger sus productos, por estar en condiciones no aptas para consumo humano, aprovecho para manifestar una vieja y permanente preocupación ¿Quién y cuantas veces al año supervisa la calidad de los productos comestibles y la de los medicamentos que se venden libremente en supermercados, colmados, chinchorros y farmacias y puestos de venta de medicamentos? ¿Quién?
¿Quién visita regularmente los establecimientos y toma muestras para ser analizadas en un laboratorio oficial destinado a preservar la salud pública? ¿Quién?
¿Quién visita las farmacias y, de manera aleatoria, sin avisar, toma muestras de las medicinas de los tramos y se analizan los medicamentos en lo que se refiere a las fechas de vencimiento de estos? ¿Quién?
¿Quién examina las carnes que se ofrecen al consumidor, en lo que se refiere al mantenimiento de la cadena de frío y la calidad del producto? ¿Quién?
¿Quién supervisa si además de hielo, los pollos congelados que se venden libremente tienen algo más que agua? ¿Quién?
¿Quién garantiza que algún productor o molinero de arroz no mezcla granos de distinta calidad los presenta como de primera y engaña al consumidor? ¿Quién?
¿Quién supervisa la calidad de los productos importados enlatados, embotellados, empacados en envases de cartón? ¿Quién?
¿Quién y cada cuánto tiempo revisa que sean ciertos los preparados médicos patentizados que importa el país? ¿Quién?
¿Quién, y cada cuanto tiempo, analiza el contenido de las recetas de los medicamentos producidos en el país, cuyo precio aumenta día sí y otro también, de manera inmisericorde? ¿Quién?
Dado que aquí la autoridad está por encima de las leyes y no respeta los reclamos justos de los gobernados, si acaso alguien lee estas preguntas en el Ministerio de Salud, a un adulón del ministro se le ocurrirá comentar que el autor del cuestionamiento es un viejo decrépito y loco, que se ha pasado la vida con la adarga y la espada del Caballero de la Triste Figura, peleando contra los corruptos y charlatanes que, llegados al Poder, olvidan de dónde, cómo y para qué les fue entregado.