¿Quién se responsabiliza?

¿Quién se responsabiliza?

Pocas personas pudieron haber imaginado que durante los días no laborables de Semana Santa recién pasada el flujo de vehículos hacia y desde la región Este fuera menor que durante los días normales del año. Muchos imaginan que, a partir del Jueves Santo, un tropel descontrolado huye de la ciudad para refugiarse en cualquier sitio.

De la misma manera se supone que el Domingo de Resurrección el retorno a la capital es enorme. Pero no fue así en este año 2009. Puede asegurarse este dato porque equipos de alta tecnología fueron colocados para contar y clasificar el tránsito. Asombra pensar que la cantidad de vehículos medidos durante Semana Santa resultara ser 30% menor que en los días normales.

Esa medición en los alrededores del peaje de la autopista Las Américas no representa la totalidad del tráfico generado desde y hacia la capital dominicana. Muchos vacacionistas deben haber escapado de la urbe por las carreteras “Sánchez”, “Duarte” y “6 de Noviembre”. No obstante, estos datos son un buen punto de partida para analizar cuantitativamente el problema, así como medir los resultados obtenidos por los responsables de proteger a la ciudadanía.

Antes del inicio de la Semana Santa , las autoridades dieron muestras de que en materia de propaganda no hay quien les gane. Los anuncios sobre los preparativos fueron espectaculares: participarían 14 mil voluntarios de la Defensa Civil , 20 mil de la Policía Nacional, 97 ambulancias, tres helicópteros, 2 mil 351 puestos de socorro. En un aparente gesto de buena voluntad hacia los que saldrían hacia el interior del país, Obras Públicas no cobraría la cuota de los peajes y así la circulación vehicular se facilitaría. Y por sobre todas las cosas, el Secretario de Interior y Policía anunció dentro del espíritu religioso de la Semana Santa, que no habría control alguno en la venta y el consumo de bebidas alcohólicas.

Pero algo debe haber pasado al tratar de poner en práctica toda la teoría antes anunciada porque el total de víctimas mortales durante este corto período de asueto se duplicó. Si el año pasado provocó 31 víctimas mortales, este año los muertos “in situ” fueron 56, casi el doble de 2008. En este país no entran en las estadísticas los que mueren horas o días después. Sólo en accidentes de tránsito las fatalidades superaron todas las expectativas aunque las autoridades no informaron cuántos de los afectados en los incidentes estaban intoxicados por los efectos del alcohol. Por otra parte señalan que cuatro ciudadanos murieron del jumo que se dieron. Dieciséis se ahogaron en mares y ríos en lugares supuestamente prohibidos por las autoridades.

¿Fue la crisis económica vigente la que provocó la sequía en el tránsito durante el éxodo hacia el Este de la pascua? ¿O fue la abstinencia influida por el incremento de los riesgos y de los temores de la ciudadanía por la delincuencia siempre creciente? Y si los vacacionistas fueron menos ¿por qué las víctimas fueron históricamente las más numerosas? ¿Fue la liberalización total del consumo de alcohol un factor importante? O quizás las causas del aumento de víctimas estén relacionadas con todas y cada una de las anteriores.

En conclusión, se deben reconocer los costosos esfuerzos realizados por las autoridades, pero los resultados fueron pésimos. Entonces cabe preguntar: ¿Podrían establecerse con precisión las responsabilidades por la ineficiencia demostrada? Es probable que los que decidieron que los bebedores de alcohol debían ser premiados con el levantamiento de las prohibiciones no acepten responsabilidad por su exaltación de los fluidos del dios Baco. Tampoco los encargados de fiscalizar el tránsito asumirán culpa alguna por la multiplicación de los problemas de circulación a pesar de que se movió un 30% menos de vehículos.

Pero como buenos seguidores de la práctica del presidente Leonel Fernández, de inmediato el Director del Centro de Operaciones de Emergencias llamó a la realización de un taller sobre Lecciones Aprendidas en esta Semana Santa alertando “que la culpa no es sólo de los organismos de socorro sino de toda la sociedad”. O sea que se lavan las manos como Poncio Pilatos tratando de echarle la culpa a la población. Como si ellos fueran espectadores inanimados y 56 muertos “in situ” fueran nada.

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