- Bernd Debusmann Jr.
- Role,BBC News
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Dos hermanos australianos aficionados al surf estaban haciendo el «viaje de su vida» con un amigo estadounidense cuando fueron asesinados en México en un presunto asalto para robarles su camioneta.
Callum y Jake Robinson estaban junto a Jack Carter Rhoad cerca de Ensenada, una ciudad portuaria de Baja California popular entre los surfistas, cuando desaparecieron el 27 de abril.
Los cuerpos de los tres aparecieron en un pozo con heridas de bala en la cabeza.
Un cuarto conjunto de restos humanos fue hallado en el pozo, pero se cree que no está vinculado con el incidente ocurrido en este norteño estado de México, un popular destino turístico también golpeado por la violencia de los carteles.
Dos hombres y una mujer han sido detenidos bajo sospecha de participación directa o indirecta en las muertes de los turistas. Un hombre con antecedentes penales ha sido acusado de «desaparición forzada».
Las autoridades mexicanas creen que atacaron a las víctimas después de que se resistieran al robo de su camioneta.
Esto es lo que sabemos sobre las víctimas.
Callum Robinson
Callum Robinson, de 33 años, vivía en San Diego, al otro lado de la frontera entre Estados Unidos y México, en California.
Era graduado de la Universidad Stevenson de Maryland y miembro del Equipo Nacional de Lacrosse de Australia, un deporte de equipo similar al hockey sobre hierba.
Según señaló su madre, Debra Robinson, Callum era diabético.
Emily Horwath, la novia de la víctima, publicó varias imágenes de la pareja en Instagram tras conocerse su muerte.
«Mi corazón está destrozado en un millón de pedazos. No tengo palabras en este momento», escribió.
En un comunicado, el director de atletismo de la Universidad Stevenson, Brett Adams, dijo que Callum era «un estudiante estelar, un atleta estelar y un amigo todavía mejor».
«Todos estamos muy agradecidos de que formara parte de nuestras vidas. Vivió una vida extraordinaria, pero lo que más impresiona de Callum es que era un amigo leal. Una vez que eras su amigo, lo eras para toda la vida», dijo su antiguo entrenador, Paul Cantabene.
Una amiga de Callum, Hayley Jacobs, declaró a la cadena australiana Nine News que este «iluminaba el lugar donde estaba» y agregó que Callum esperaba volver a Australia.
«Le pregunté cuáles eran sus objetivos en la vida y me dijo que quería volver a Australia, formar una familia y crecer«, recordó.
La madre de Jacobs empezó a preocuparse por sus hijos al no tener noticias de Callum desde que comenzó su viaje en México. La última vez que lo vio fue el día que se fue.
«No sé qué está pasando, pero creo que está enfadado conmigo. Parece como si algo no estuviera bien», recuerda que pensó en aquel momento.
Jake Robinson
Jake, de 30 años, el hermano menor de Callum, dejó Australia unas dos semanas antes de los trágicos hechos.
Era un ávido viajero que registraba sus viajes en Instagram, incluida una visita de dos meses a Indonesia el año pasado.
Juntos a su hermano asistió al festival de música Coachella, en California, antes de cruzar la frontera hacia México.
Tras el viaje, Jake tenía previsto trabajar como médico en un hospital de Geelong, una ciudad portuaria del estado de Victoria, a unos 65 km de Melbourne.
El joven había trabajado anteriormente en varios hospitales regionales de Australia.
Una amiga de Jake, Jenny Nguy, le rindió homenaje en las redes sociales, diciendo: «No puedo dejar de pensar en ti, en tu sonrisa, en tu risa, en tu bondad. No puedo dejar de llorar pensando en cómo se deben estar sintiendo tus padres».
Jack Carter Rhoad
Jack Carter Rhoad, de 30 años, era amigo de Callum, vivía en San Diego y trabajaba en una empresa de servicios tecnológicos desde diciembre de 2019.
Antes, en 2012, había fundado una empresa de ropa, Loma Apparel. Entre 2014 y 2015 jugó al fútbol profesional en el Deportivo Mixto, en la liga nacional de primer nivel de Guatemala.
También había sido voluntario en viajes humanitarios a Sudáfrica, Guatemala y México.
En una página de GoFundMe, Lee Penland, un amigo de la familia, escribió que los familiares del joven estaban pasando por «un momento inimaginablemente difícil».
«Su presencia irradiaba inconmensurable alegría, amor y bondad a quienes les rodeaban. Dejará una huella en nuestras vidas», escribió Penland.