¿QUIÉNES SOMOS  …HACIA DÓNDE VAMOS? 
Atraso y exclusión caracterizan sistema educativo (9)

¿QUIÉNES SOMOS  …HACIA DÓNDE VAMOS? <BR>Atraso y exclusión caracterizan sistema educativo (9)

POR MINERVA ISA Y ELADIO PICHARDO
No bastarán los propósitos. La concreción de un proyecto de nación exige más que su sopesado diseño y el capital financiero para materializarlo, que se esfumaría en el barril sin fondo de la ineptitud y la corrupción. Urge desarrollar el potencial humano, calidades cognocitivas y un perfil ético en quienes forjarían el país que queremos, magna tarea que compete a todos, desde el obrero y el agricultor al economista responsable de la macroeconomía y el profesor que despierta la conciencia ecológica o siembra nociones de civismo.

Construir una nueva sociedad implicará un cambio de mentalidad y de actitudes, la formación de ciudadanos y ciudadanas con una conciencia social, dotados de valores morales y virtudes cívicas, de mayor integración y solidaridad.

Su consecución obliga a invertir en educación, a priorizar efectiva y realmente lo que deberá ser la principal riqueza nacional, la palanca que impulse un salto cualitativo y nos remonte a las cimas del conocimiento, de un bienestar material y espiritual que alcance para todos.

Un reto desafiante. Prioridad número uno. Un mayor nivel educativo embestiría concomitantemente otros males estructurales, la ignorancia y la pobreza, el clientelismo y la corrupción, salud y saneamiento ambiental.

No bastará la formación académica. Es preciso una educación integral, formal e informal, que fortalezca la conciencia crítica, enseñe a razonar y a discernir, a optimizar inteligencia y voluntad, a potencializar la inventiva y desplegar las fuerzas creativas. Una educación de alta calidad surgida del hogar y de la escuela, de la que emanen seres humanos con un arraigado sentido de su identidad y claras normas de convivencia con sus congéneres y el medio ambiente. Emprender programas educativos que fomenten un espíritu conservacionista que aquilate el valor de los recursos naturales, para que cada dominicano sea un centinela de los bosques y de los ríos.

Conformar el país que queremos exige un modelo educativo que promueva la investigación y combata el desfase tecnológico, de la que surjan los profesionales y técnicos requeridos por un plan nacional de desarrollo. Planificar, no meramente graduar especialistas en diferentes disciplinas para que la falta de mercado laboral los lance al exilio económico.

Necesitamos recursos humanos calificados, personas comprometidas, cuyo radio de acción no se circunscriba a sus individualidades ni permanezcan bajo sus duras conchas de egocentrismo, que se involucren en acciones colectivas tendentes a organizar el país, a materializar los proyectos de desarrollo.

Es hora ya de impartir una educación cívica, ética y moral que nos enseñe a diferenciar entre el ser y el tener, que en contraposición a la cultura hedonista y relativista dominante, revalorice el orden, la disciplina y el trabajo, inculque la honestidad y la verdad, la tolerancia, la solidaridad y lealtad, la responsabilidad y la justicia. Una enseñanza que introyecte principios de amor y respeto a los demás, y nos convenza de que no todo se puede comprar o vender, que si bien el dinero satisface necesidades, no confiere dignidad ni decoro. Educar con mucha autoestima y seguridad para evitar complejos y frustraciones, de modo que las influencias externas, las presiones de grupo afecten lo menos posible. Propiciar una coordinación entre los principios y normas, modales y costumbres incubados en el hogar y los adquiridos en los niveles primario y medio. No existe, y esa fisura es nociva por la influencia de la televisión y de la calle, que en adolescentes determina antivalores.

Un contravalor dominante: “estudiar para qué” cobra fuerza con los antimodelos del enriquecimiento ilícito al vapor. El estudio era una vía de ascenso social y el profesor un posibilitador, la inspiración de ese tránsito, una expectativa que se ha distorsionado en los esquemas de apreciación de la sociedad.

PRECARIA CALIDAD

El camino de la innovación está aún por emprenderse en la educación dominicana, marcada por enormes desigualdades, altamente costosa la privada, de exigua calidad el sector público, y ambos, salvo muy pocas excepciones, sin la modernización y adecuación que exige la era del conocimiento, la demandante globalización.

Rige la enseñanza estatal un sistema de frágil institucionalidad, politizado, desfasado, rezagado, urgido de una reforma racionalizada profunda, de cambios debidamente estructurados que articulen objetivos y metas desde el pre-escolar a la educación superior y técnico profesional.

El arcaico modelo reclama una renovación y fortalecimiento de los métodos vigentes, ganar una nueva visión, otro enfoque, que en un marco de orden y disciplina funcional contraponga el razonamiento a la memorización, forme maestros y alumnos más críticos, creativos y participativos, con sentido de responsabilidad cívica y de compromiso social.

Lograrlo exigirá el trabajo sistemático que venza la rutina y la abulia, despertar un entusiasmo que involucre a educadores, estudiantes y padres en la tarea de rescatar la escuela, de restaurar la resquebrajada autoestima del maestro, imprimiendo en la comunidad escolar un sentido de autogestión.

Es hora ya de despolitizar la educación, frenar la deserción de profesores y alumnos, el alto índice de analfabetismo y repitencia, el déficit de aulas, renovar y aplicar los currículos, mejorar la formación y los salarios de los profesores, valorizar el tiempo. El horario no se cumple, pese a ser apenas de cinco horas diarias en el nivel básico, seis en el medio y siete en el técnico profesional, y la duración del año escolar de sólo 196 días laborales, muy inferior a los calendarios de otros países, sin incluir huelgas, licencias, ausentismo o retrasos.

Es preciso una mayor democratización y descentralización, una secretaría de Educación institucionalizada, no supeditada a los vaivenes de la política partidista, que no convulsione y sea desmantelada con cada nuevo gobierno o nuevo titular.

El Plan Decenal 1993-2003 tuvo algunos logros, apreciables en la formación de técnicos y maestros, pero la educación se sumió en un profundo retroceso con la crisis económica, que dejó al sector mucho más deprimido, devaluando la remuneración del profesorado, también el gasto corriente en materiales y suministros.

Las demandas se multiplican y hay que ampliar la cobertura, la dotación de libros de texto, desayuno escolar, aulas virtuales. Mas, existen severas restricciones financieras, el valor real del presupuesto de 2004 fue inferior al de 2003, y con niveles similares a la década del noventa del siglo XX, como ocurre con el de 2005.

VIOLAN LEY DE EDUCACIÓN

Aunque teóricamente la educación es declarada de alta prioridad por los gobiernos, la realidad lo desmiente. Además de exigua, la asignación presupuestaria del sector no se ejecuta en su totalidad, ha sido reducida con transferencias a favor de las Fuerzas Armadas. El monto no se ciñe a lo dispuesto por la Ley General de Educación, incurriendo el Estado en una violación que en los últimos cuatro años le arrebató más de RD$25 mil millones, una infracción mantenida en la Ley de Gastos Públicos de 2005.

El presupuesto nominal de la Secretaría de Educación en 2004 ascendió a RD$12,770 millones, el 10.6% del gasto total del gobierno, y un 1.9% del Producto Interno Bruto (PIB). Bastante bajo, sumamente devaluado, y aún así, sólo se ejecutó el 60%.

La asignación para 2005, de RD$16,587 millones, representa el 8% de las inversiones públicas y el 1.4% del PIB, un 50% menos que la proporción estipulada por ley.

A la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología se le consignó para este año RD$2,060 millones, el 0.9% del total de gastos y un 0.08% del PIB. No rebasa el 20% de lo establecido legalmente.

Esas partidas distan mucho de los estándares internacionales, de la media latinoamericana, del 5% del PIB que, como mínimo, debería destinarse al desarrollo de un sistema educativo que enfrente los problemas de equidad y competitividad en una economía global motorizada por el conocimiento.

Amén de negársele el apoyo financiero, está el agravante de la precaria calidad del gasto. No obstante el bajo nivel salarial, los sueldos absorben la mayor parte del presupuesto de Educación en perjuicio de la capacitación de maestros, de materiales y suministros, construcción y reparación de escuelas, mientras persisten niños sin aulas o recibiendo docencia bajo un árbol. Se requiere una mayor inversión, una más eficiente gestión, optimizarla, lograr un uso más racional de los recursos humanos y financieros.

—En el país –opina la educadora Amparo Chantada– se han perdido muchas inversiones y esfuerzos desde 1990, año de la gran caída del sistema educativo, recuperado con el Plan Decenal de 1993 y de otros sucesivos, que dejaron de ser decenales para convertirse, primero en el plan peledeísta y después perredeísta. Cada cuatro años los partidos implementan su proyecto educativo, todos los esfuerzos que se hicieron han sido en vano, el sistema educativo ha sufrido una regresión extraordinaria y no podemos seguir así.

Se retrocedió con la formulación del Plan Decenal de Educación 2003-2012 sin la intervención de quienes lo aplicarían, con la precaria formación de maestros y politización de su reclutamiento y un gremio profesoral circunscrito a las reivindicaciones salariales, demanda válida, aunque no debe faltar la lucha por la capacitación, por un mejor futuro intelectual para la nación.

Las deficiencias del sistema impactan el proceso de aprendizaje en la primaria, lo que repercute en la secundaria y en la universidad, donde la experiencia es desastrosa, emergiendo un profesional sin la calidad deseada.

—La pérdida de valores humanos que produce este sistema -dice la educadora- resultará muy costoso al país. El profesional dominicano, casi todos, no sabe redactar, hacer una síntesis, habla mal el español, hay problemas de lectura y comprensión del texto. Si no logramos unificar a todos los partidos, los mejores técnicos, los profesores universitarios del país en torno a un proyecto educativo nacional, como se hizo entonces, estaremos invirtiendo y perdiendo esfuerzos.

De más de cuarenta centros de enseñanza superior, la mayoría carece de calidad. No cumplen su rol, que es propiciar el desarrollo, formar el personal requerido dentro de diez o veinte años. No se investiga si el profesional que formamos permitirá dar el salto cualitativo de generación en generación.

La educación superior amerita una revisión, una renovación curricular, articular sus políticas con las prioridades nacionales. Mientras, el país invierte millones en “cerebros pensantes”, mantiene el desfase tecnológico y la productividad decae con una fuerza laboral poco calificada, de baja escolaridad.

CONSULTORES CRIOLLOS

El propósito para el que hoy se educa difiere del de treinta o cuarenta años atrás, responde a otras realidades técnico-científicas, económicas y políticas. Todo el quehacer humano se dinamiza y la sociedad tiene que adaptarse, adoptar los cambios educativos que permitan formar el profesional capaz de desenvolverse acorde con esos nuevos escenarios.

Pero en el país no se han hecho reformas educativas que permitan forjar el profesional con el conocimiento indispensable para enfrentar las demandas actuales. Sin eso no hay progreso -afirma el ingeniero Juan Christian Maluf-, porque la única forma de lograrlo no es sobre la base de técnicos o consultores externos, que vienen, rinden un informe y se van. El dominicano es el que siente, el que conoce la idiosincrasia y la realidad dominicana, lo que el país necesita. Sin menospreciar la ayuda externa, el desarrollo estará condicionado a que haya dominicanos capacitados, profesionales que puedan ser protagonistas de primera fila o, por lo menos, un auxiliar de categoría, interlocutores válidos capaces de analizar y tomar decisiones que nos permitan seguir nuestro destino, echar al país hacia adelante.

INDICADORES:

– Escolaridad promedio 4.8 cursos de primaria.

– Deserción escolar 11.5% en primer año del nivel básico.

– Menos del 80% de niñas y niños en edades de 5 y 13 años está escolarizado, y de éstos 50% completa la primaria.

– Más del 45% de los estudiantes que egresan del bachillerato no dominan los contenidos que exige el plan oficial.

– Sólo el 12% de los dominicanos de 18 a 30 años cursa la educación superior.

– Apenas el 0.1 de los dominicanos realiza estudios de postgrado, muy por debajo de la media latinoamericana, de 2 y 3%.

– Poco más de 400 mil alumnos tienen acceso a la educación privada, mientras la matrícula pública se eleva a 2,076,000.

FRANCISCO JOSÉ ARNÁIZ, OBISPO EMÉRITO:
La gente es la principal premisa del desarrollo, de la promoción, de la perfección progresiva, del bienestar creciente. No podemos seguir con tanta gente ajena al sistema educativo, hay un sector de la población muy salvaje, sin pulir. Tenemos que gastar todo lo necesario para que no haya ningún dominicano sin hacer un buen bachillerato y una profesión o capacitación técnica de calidad.

MIRIAM DÍAZ, SOCIÓLOGA:
El país tiene que dar demostraciones efectivas de que quiere mejorar la educación. Realmente no se ha visto la prioridad educativa en ninguno de los gobiernos, siempre hay declaraciones en ese sentido, pero no han pasado a la realidad.

JOSÉ SILIÉ RUIZ, NEURÓLOGO:
Además de la falta de institucionalidad, nuestro segundo problema es la educación, si no educamos al pueblo no vamos a progresar en ningún aspecto, pero la educación es una inversión a largo plazo, que a los políticos no interesa.

AMPARO CHANTADA, GEÓGRAFA:
La escuela debe convertirse en el elemento que permita más justicia social, más acceso democrático a la riqueza, al consumo de los bienes de la nación, y si es capaz de nivelar la desigualdad social, la delincuencia va a bajar. Lo que pasa es que la educación universitaria no está jugando ese papel.

JUAN CHRISTIAN MALUF, INGENIERO:
Si me gradué en los años sesenta o setenta, lo hice en otro ambiente y con mayores conocimientos que el titulado en 1930, y el que se tituló en 2004 debe tener un bagage diferente, estar consciente de que su ejercicio profesional no es el mismo.

CÉSAR MELLA, SIQUIATRA:
La formación de recursos humanos tiene que ser replanteada. De cada diez profesionales que se gradúan en diferentes áreas, hay cinco que van al desempleo, y de ellos una buena cantidad emigra. Hay una fuga de cerebros, cualquier técnico de alta calidad se convierte en un taxista en Nueva York.

LUIS ROSARIO, SACERDOTE:
La educación tiene que ser integral, incluir no solamente la parte del conocimiento académico, geografía, historia, sino el cultivo de los valores humanos, el respeto, la democracia, los valores espirituales.

EDUARDO CUELLO, EDUCADOR:
Un elemento importante para que el sistema educativo funcione con efectividad es la descentralización, y el papel fundamental tienen que desempeñarlo las autoridades de Educación, el gobierno, dando las facilidades. Hemos avanzado un poco en ese aspecto, pero no en la dimensión con que se debe responder a las exigencias de una sociedad que requiere educación de calidad.

RAMÓN TEJADA HOLGUÍN, SOCIÓLOGO:
Se puede mejorar lo que hay, hacer más con lo existente. Después, destinarle más recursos a educación, ya que el porcentaje asignado es ínfimo respecto a la media latinoamericana. Pero primero tiene que demostrar que puede hacer un uso racional de lo disponible.

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