Cualquier persona, mayor de 35 a 40 años, con exceso de piel y/o bolsas en los parpados, arrugas superficiales o profundas, patas de gallina, surcos marcados o que note que su mirada ha cambiado y tiene un aspecto cansado, y que además desee recuperar su anatomía original, puede ser candidato a uno o más procedimientos para rejuvenecer el área periocular. Pacientes de menor edad pueden requerir alguno de estos tratamientos cuando existen otros factores predisponentes (genética, alergias frecuentes). En los casos de pacientes con enfermedades de base (hipertensión, diabetes, entre otras) también pueden optar por estos procedimientos, siempre y cuando estén en control de su condición.
Antes de realizar cualquier procedimiento, su médico le realizará una evaluación completa, que incluye una historia médica para conocer si padece alguna enfermedad, alergias, medicamentos que utiliza, etc. y una evaluación oftalmológica completa: toma de visión, refracción, presión ocular, estudio de la lubricación y examen del fondo de ojo. En algunos casos podría solicitarle estudios adicionales como campo visual, entre otros.
El cirujano preguntará qué resultados espera de la cirugía. A continuación, evaluará la piel, los defectos a corregir, sus características faciales y orbitarias. En este momento, paciente y cirujano se pondrán de acuerdo en los procedimientos a realizar, ajustándose a expectativas realistas.