Después de poco más de dos mil años, querer escribir sobre el hombre que cambió la historia y de quien se ha escrito en todos los idiomas del mundo, el que ha liderado a más de dos mil trescientos millones de personas, es casi una osadía. Pero la Navidad, que conmemora la fecha de su nacimiento, es muy propia para pensar en ese líder especial que marcó nuestra era.
Justo la prédica por los pobres y la pobreza son las razones por las que he pensado que vale la pena reflexionar sobre Jesús. Para intentarlo, debí acudir a varias fuentes, pero ninguna, aparte de proveerme de los datos que todos conocemos, me dio algo distinto a lo que quiero decir sobre su paso por este mundo.
“Cristo se hizo pobre para enriquecernos”. Es una de las interpretaciones que aparece en la búsqueda por Google. Pero nació en un pesebre, era hijo de un carpintero, creció en la pobreza, entonces no se hizo pobre, vino de la pobreza y por eso sus prédicas; no estaba conforme con el estado en que vivía la mayoría.
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En las cosas que he pensado en estos días es: ¿Amaba Jesús la pobreza? No lo creo, nadie ama la pobreza, nadie ama ser pobre. Es muy cruel ese estado de cosas, sobre todo cuando hay referentes e indicadores que te dicen que no es digno vivir en la pobreza y más cuando te enrostran que existe otro estilo y modo de vivir.
Creo que Jesús, en vez de amarla, luchó contra ella, contra la desigualdad y contra el sistema imperial que la sustentó, el que se sintió amenazado ante el numeroso ejército de pobres que lo seguía y por eso lo llevaron a la cruz, produciendo el mártir histórico que fue Jesús, crucificado, el Cristo, ese que cambió la historia.
Imagino la opresión desde su nacimiento, cuando Herodes mandó a sacrificar todos los niños que nacieron en su tiempo para impedir que el anunciado Mesías creciera, y el sometimiento de su pueblo, invadido, sometido a la crueldad. Los invasores nunca han sido buenos, imponen la barbarie, siempre ha sido así desde que los humanos se dividieron y los más fuertes se hicieron poderosos y ejercieron el Poder como medio de sometimiento.
Para escribir de Jesús, hay que pensar en sus prédicas sobre los pobres y la pobreza. La desigualdad lo llevó a ser el líder que ha perdurado por los siglos de los siglos y que ofrendó su vida por la reivindicación de la dignidad de los humanos sometidos a la pobreza. Él quería otro tipo de reino, no el conocido hace más de dos mil años.
Los profetas que lo antecedieron anunciaron que venía el hijo de Dios. Ese ser omnipresente, fuerte y poderoso; se produjeron señales para entender que Jesús era el Mesías, cosa que los judíos no creen ni los musulmanes, quienes siguen a la espera del Mesías y en Jerusalén, existe una puerta por donde es esperado.
Hoy, 2023 años después, pese a las prédicas de valores como el amor entre todos, la solidaridad, la compasión y la fe, parece que necesitamos otro como él, que ahora no sería crucificado, podría ser desintegrado con un misil.
Sin embargo, el valor de la esperanza también lo sembró entre los humanos de buena voluntad para que otro mundo sea posible algún día.