Quinta pata de la violencia

Quinta pata de la violencia

SERGIO SARITA VALDEZ
El médico investigador sueco Carlos Linneo, reconocido  como el padre de la taxonomía  vio la luz del mundo hace doscientos años. Aunque estudiaba las plantas con fervor, sus aportes a la clasificación del reino de los animales siguen siendo valorados en la actualidad. Agrupó los organismos en órdenes y estos a su vez  en clases. El reino animalia incluía a los vertebrados, dentro de ellos encontramos a los mamíferos cuadrúpedos. Haciendo honor al maestro Linneo diríamos que el gato doméstico, científicamente denominado Felis silvestris pertenece al reino Animalia, filo Chordata, clase Mammalia, orden Carnivora, familia Felidae, especie Felis silvestris.

Entre las características  que sirven para identificar esta mascota apreciada por unos y aborrecida por otros, tenemos su maullido, el destello de los ojos, sus dientes y garras,  el instinto de cazador, así como su pulcritud y limpieza. A pesar de lo mucho lo que se ha escrito tanto a favor como en contra de esta especie todavía no sabemos cuando tuvo su origen el término “buscarle la quinta pata al gato”. Lo que sí conoce todo el mundo es su significado pues cuando alguien usa  tal expresión es para  referirse a algo muy sabido pero que se pretende seguir averiguando.

Esa frase de “Andar buscándole la quinta pata al gato” nos viene como anillo al dedo en momentos en que la gente luce alarmada ante la creciente violencia y su saldo de muertes y otros daños de gran impacto social. Se ha dicho que el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios; es posible que con el transcurrir del tiempo el mismo haya sufrido serias mutaciones y resulte que ahora, el Homo sapiens se parezca más a lo que se nos pinta como el demonio, o que  quizás también se haya convertido en Homo brutus.

Si vislumbráramos la violencia como si se tratara de una enredadera que poco a poco ha ido arropando el cuerpo social de la nación, sin que lo hayamos percibido con anterioridad y seamos sorprendido ahora debido a la magnitud del fenómeno, entonces lo correcto sería proceder a identificar el tronco de la mata y cortarlo de inmediato si podemos. Sin embargo, lo más juicioso fuera, si realmente quisiéramos deshacernos de esa estirpe de planta, ubicar cada una de las raíces de dicho vegetal y removerlas mediante un cuidadoso desyerbo. Lo ideal sería además eliminar dicha cizaña antes de que genere semillas que puedan  diseminarse por el suelo y crear de esa forma un verdadero bosque de enredadera.

Siguiendo con el símil diremos que sería una torpeza conformarnos con el chapeo de las ramas de esta maleza puesto que solo se necesitaría de unos días o semanas para que la especie recupere su follaje. La ola de violencia que recurre en creciente no es nada nuevo en la sociedad dominicana, se incubó desde ante de que naciera la república. Sus orígenes datan de la pobreza heredara conjuntamente con la perenne desigualdad en la distribución de los bienes y servicios. Son sólo unos cuantos los privilegiados dominicanos que hoy gozan de las limitadas riquezas materiales y espirituales y pocos los que disfrutan de una buena salud estable, educación, techo, empleo, transporte y sano entretenimiento.

Contamos con un fondo cultural de agresión verbal y física presente desde el hogar, siguiendo en la calle, la escuela, el trabajo y sitios de diversión. Desarmemos la población civil que no amerita de armas de fuego en el cinto y enseñémosla a dirimir sus diferendos mediante el dialogo y la negociación. Creemos un ambiente de paz y de concordia y cerrémosle el paso al lenguaje insultante, humillante y prepotente. Desterremos el dañino hábito de el ojo por ojo y diente por diente. Sembremos la semilla del amor, la tolerancia a la diversidad de personalidades y ayudemos a hacerle su espacio social al vecino en lugar de empujarlo hacia el precipicio. Abracemos las verdaderas columnas del cristianismo sincero y apartémonos de las cada dia más comunes poses de la hipocresía y el desamor.

Mas que perder el tiempo buscándole la quinta pata al gato despertemos ante nuestra dura y amarga realidad dominicana para que con sinceridad y amor articulemos una genuina voluntad de construir una nación tal cual la soñaran nuestros patricios encabezados por Juan Pablo Duarte y seguidos por Luperón, Hostos, Espaillat, Juan Bosch y demás próceres olvidados o sepultados por Pedro Santana, Trujillo, la oligarquía y sus espontáneos herederos.

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