Quisiéramos ver a Jesús

Quisiéramos ver a Jesús

Unos griegos le preguntaron al apóstol Felipe: –Señor, quisiéramos ver a Jesús— (Juan 12, 20 – 33). Jesús sigue atrayendo a la juventud.

En primer lugar, porque en Jesús se encuentran respuestas para las cuestiones fundamentales de la vida. ¿Qué sentido tiene esta vida, en la cual tanta gente buena se desgasta luchando por una sociedad diferente? ¿De qué han servido las muertes de tantos jóvenes masacrados, a veces por sus propios gobiernos?

Jesús enseña en el evangelio de hoy: “si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, quedará infecundo; si muere, producirá mucho fruto”. Si algún día encontramos en República Dominicana pobres educados con calidad, se deberá, entre otros factores, a tantas maestras que entregaron el cien por ciento de sus vidas y a las madres y padres que se ocuparon de sus hijos.

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¿Qué opinaba Jesús de los trepadores, jóvenes cuya aspiración principal es subir e instalarse? Jesús enseñó: “El que se ama a sí mismo se pierde”.

¿Cómo debemos hablar de Jesús hoy en día? De la misma manera que lo hace la Palabra. A veces los predicadores presentamos a Jesús como si fuese un “superman”. La Carta a los Hebreos (5, 7 – 9) nos lo presenta como un hombre de carne y hueso. Viendo lo que se le venía encima, “Cristo ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a Aquél que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverencia”.

Nosotros vivimos situaciones que no controlamos. Estamos a merced de la trampa, el cinismo astutamente organizado y la descalificación con guantes de seda. Cualquiera se atemoriza. Entonces, la valentía de Jesús en medio de su miedo (Juan 12, 27), nos fortalece.

Nada me alienta tanto como escuchar a la gente joven pedir: –quisiéramos ver a Jesús–.

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