Quisquillas pueriles del “piensasolismo”

Quisquillas pueriles del “piensasolismo”

Los voceros incondicionales del gobierno creen que cuando se critica el tollo que se está cocinando con la nueva Constitución de la República es porque uno sería parte del “coro opositor” integrado por el PRD y dirigentes de la sociedad civil.

 Creo que muchos de quienes estamos disgustados con la manera en que están concluyendo tantos años de esfuerzo por mejorar la Constitución, difícilmente calificaríamos para ser considerados parte de ese “coro”. Para no hablar de mí, ¿le pegaría a Pelegrín Castillo semejante etiqueta?

 Me parece también que es ridículamente pueril descalificar cualquier crítica en base a la afiliación, real o imputada, de quien la formula. Así, un liceísta nunca haría caso a la opinión sobre el béisbol que ofrezca un aguilucho.

 Pero mientras esos voceros gubernamentales buscan elevar la quisquilla peledeísta a la categoría de método de análisis, con tópicos y tautologías lamentables, resulta que el propio Presidente Fernández, su jefe, es quien ha pactado al menos dos veces, públicamente, con el jefe del PRD para resolver las cuestiones constitucionales según la conveniencia de esa enorme mayoría de dos.

Y ahí tienen razón quienes han criticado ese acuerdo, puesto que si así es como se deben resolver las cuestiones políticas nacionales, el país pudo haberse ahorrado varios años de consultas, de debate, de aportes de jurisconsultos y simples ciudadanos, porque al final del día querer complacer a tanta gente con interés distinto sólo ha resultado en muchísimo desencanto y frustración.  Que encima de ello vengan los voceros oficiales a pretender descalificar a los pocos que nos atrevemos a ejercer el criterio con libertad, para criticar o elogiar según nos mande la consciencia, hace que la desconsideración sea injuriosa.

Defendido con tan mal enfocado empeño por sus áulicos, sin embargo el propio Presidente Fernández hace lo que tiene que hacer sin perder tanto tiempo en la quisquilla ni el chisme; en derredor suyo sus más fanatizados comunicólogos demuestran preferir las maneras de Goebbels en vez de las más suaves y modernas técnicas de la persuasión.

Quizás el “piensasolismo” sea peor que el “comesolismo”. Afortunadamente el carisma y éxito del Presidente no dependen sólo de esos geniecillos y pese a los problemas que padece el país, su liderazgo está fuertemente enraizado. Pero ¡ojo avizor al pillo! Árboles frondosos pueden secarse, o pudrirse su raíz, por culpa de un mal jardinero.

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