FRANCISCO ALVAREZ CASTELLANOS
Este quizás sea el último artículo que escriba dentro de mi larga carrera periodística. Estoy penosamente decepcionado de lo que está pasando en mi país.

Estoy decepcionado de los políticos, con sus naturales excepciones. Ver como actúan, como despilfarran el dinero y cómo lo consiguen, sin que nadie, nadie, haga nada por impedirlo.

Ver como nuestro país está cayendo en un vacío insondable que, a la corta o a la larga, nos hará desaparecer como tal.

Ver como la corrupción se entroniza en medios de comunicación electrónica y en numerosas discotecas, en las que el perreo es ya una costumbre.

Ver como el gasto público, en lugar de decrecer aumenta considerablemente, a costa de los ciudadanos dominicanos que no tienen ya más nada que dar.

Ver como se pasan por televisión programas de puro sexo de los que yo, yo, me avergüenzo y me espanta el pensar que esos mismos programas puedan ser vistos por niños, sin que nadie haga nada por impedirlo.

Entonces, ¿qué rayos hago yo escribiendo, denunciando esas cosas por la televisión, si no voy a tener el apoyo necesario siquiera para iniciar una campaña a fín de que nuestra ley escrita sea aplicada a todos aquellos que la infringen impunemente?

No hago nada, absolutamente.

Entonces, ¿para qué seguir insistiendo si la justicia en muchísimos casos es una triste parodia, incapaz de aplicar unas leyes magníficas que de serlo convertirían este país es algo muy parecido a un paraíso terrenal.

Por eso digo que, al menos, mientras siga ejerciendo el periodismo como lo he ejercido desde abril de 1959 hasta la fecha, no escribiré más artículos, excepto las Humorada que llevan 37 años publicándose a modo de botar el golpe. Editaré dos libros ya escritos, Madrigales, Cantos y Sonetos y Criollismos, que pienso sean la herencia intelectual que dejo a mi esposa, mis hijos y nietos, y colgaré la pluma, para decirlo criollamente.

Es todo, amigos, hasta siempre.